El amor forjado en mentiras silenciosas
El
teca, cuando oí sus voces. Astrid y Bryan. Me detuve en la
tá rondando? -La voz de Astrid estaba cargada de molestia, un sonido agud
uró Bryan, su voz tensa
una carga, Bryan. Un peso muerto. Sie
radas tan casualmente, fueron como agua helada vertida directamen
uesa bolsa de lona, con olor a polvo y moho, me envolvió, sumergiéndome en una oscuridad ins
erta pesada chirriando al abrirse, y luego cerrándose de golpe, resonó a mi alrededor. El aire se volvió húmedo y pesado, con
pequeño espacio. Claramente pensaba que no podía oírla-. Ahí p
sonido crue
dia esa cara inexpresiva tuya, Elinor. Me lo dijo. Odia q
el estómago. Bryan. Mi Bryan. ¿Odiaba mi cara? ¿Od
e-. Creo que te mereces todo lo malo que te pasa. Acaparaste a Bryan durante ta
bolsa. El recuerdo del incendio, una herida abierta en mi alma, se desgarró de nuevo. Mis padres. Su sacrificio. Y Bryan, que había compartido ese secreto
rna. Saboreé sangre, metálica y acre. Un hueso. Sentí como si un hues
ente, fue vertida sobre mi cabeza, empapando mi ropa, pegand
del inodoro llenó mi nariz, mi boca. Me debatí, mi pierna rota gritando en protesta, mis pulmones ar
os y pesados fuera de la puerta. Y luego, la voz de
¿Qué estás
y fugaz, surgió a través de
su voz enfermizamente dulce, como si no acabara
a, una clara nota de ira. Pero luego añadió-: Saldré conti
plastante ola de desesperación. Todavía estaba
ryan, su voz más baja, más una advertencia q
un sonido triun
es que te encanta cuando la provoc
peso frío e indiferente. Miró mi cuerpo luchando,
icial de alto rango en el ejército. Si esto se sabe, no nos irá bien a ninguno. -Su pid. Mis oídos, todavía abrumados por los nuevos sonidos, registraron el sonido distin
z goteando satisfacció
ras salía, la puerta cerrándose con un s
legó flotando a tr
nar la imagen perfecta de Bryan, ¿verdad? -Se rio de nuevo, un sonido escalofriant
La muda es una molestia de todos modos. S
ayó, roto solo por el goteo constante de
na rota palpitando. Mis manos, todavía temblando, buscaron a tientas
on pesados. La oscuridad, que antes era un terror, ahora parecía un abrazo acogedor. Mi cuerpo cedió. Me sumí
s, contraídos por el miedo, pero sus ojos, fijos en Bryan, llenos de una resolución dese
. Siempre.* Su voz, de hace una década, era
solo palabras, fácilmente rotas, fácilmente descartadas.