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Su Corazón Silente, Su Traición Ardiente

Su Corazón Silente, Su Traición Ardiente

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1558    |    Actualizado en: 13/11/2025

e los barrios industriales de Monterrey. Mi arte callejero era nuestro pa

decidió escalar en la sociedad comprometiéndose con un

nte de arruinar su vestido. Bruno, mi Bruno, me azotó en

para protegerme,

ncerró en

ban el cielo, olí humo. El departamento estaba en lla

voz de Kassandra: "Bruno la encer

ndonó; intentó

inalmente me encontró años después, rogando por mi perdón después de de

ítu

co hogar que había conocido, hizo añicos nuestro mundo, com

n colores y líneas, mi arte callejero era un grito silencioso en los muros de ladrillo agrietados. Esos murales no eran solo pintura; eran nuestro pan de cada d

s, un chico flacucho con la pelea de un hombre dentro de él. Cuando los niños mayores se burlaban de mí, llamándome "la muda rara", sus puños volaban

grando, solo para comprarme un libro de arte barato y gastado que había encontrado. Lo puso en mis manos, sus ojos sombreados por el agotamiento pero brillando de

pel, mostrándole mi dibujo de él, encorvado y

struyendo una vida para nosotros. Una de verdad. En algún lugar lejos de aquí, donde no tengas que mendigar por pintura y

e en todas las cobijas que podía encontrar, su propio cuerpo temblando pero sus brazos firmes a mi alrededor. Me contaba historias, su voz un murmullo g

empre anhelando más. Veía los imponentes rascacielos del centro, brillando como dioses d

jos sucios" más grandes y arriesgados para un poderoso consorcio de logística, desapareciendo por días, luego semanas. Cuand

e involucraba a una mujer llamada Kassandra de la Vega, la despiada

ona de carga, dibujando los barcos sucios y trabajadores, el olor familiar a sal y pes

e limpió el desastre de los D

lo se partió

flacucha que arrastra por ahí?". La segunda mujer

a! ¿Puedes creerlo? De los barrios bajos a la cima

bre era un susurro venenoso en las suit

a lástima. "¿Qué será de ella? No es rival para una mujer como Kassandra. Esa chica

si yo fuera solo otra pieza del paisaje en ruinas. Era un dolor familiar, esa sensa

mi silencio. Bruno, más joven y pequeño, había explotado. Había luchado como un animal acorralado, ensangrentándose los nudillos, c

o colateral. Sentí el pecho hueco, una herida abierta donde solía latir mi cora

susurros maliciosos era pesado, arrastrándome a través de u

esa vieja y familiar esperanza. Bruno. Me abrazó con fuerza, como solía hacerlo, su

palda. Un anillo. Una banda gruesa de plata brillaba en su dedo anular, con una sola piedra oscura y pulida

on instintivamente, u

algo del trabajo, Alia", murmuró, su voz tensa, sin mirarme a

ra tallada que su madre le había dado, la moneda de la suerte que siempre llevaba. Nunca se h

lo profundo de mi estómago. ¿Qué sig

des. Era mi última creación, una réplica en miniatura del primer pez que pescó, un símbolo de nuestros orí

hombros despectivo, lo arrojó a un lado. Rebotó contra los adoquines, las aletas pintadas se desportillaron. "¿Qué es esta

os días, cuando éramos solo niños, sobreviviendo en los muelles. Había estado tan orgulloso de esa c

era b

ños, se había ido. Reemplazado por este extraño, este hombre con un anillo caro y un frío desprecio por nuestro pasado

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