Su Corazón Silente, Su Traición Ardiente
e instaló en mis huesos. Cada movimiento era un tormento nuevo. Yacía en un catre tosco, envuelta en vendas ásperas, el o
lo nocturno con fugaces estallidos de color. Música distante, fuerte y alegre, se
da, desconectada de la agonía de mi cuerpo, de las herida
isa blanca almidonada, una corbata de seda. El novio perfecto. La vista fue una nueva puñalada en mi ya destrozado c
nstintivamente hacia él, una súplica desespe
ndo su manga. "Cuidado, Alia", murmuró, su voz tensa. "Este
los cariños infantiles que solía susurrar. Entendí. Yo era un ri
assandra. Por su padre. Era la única manera de evitar algo peor. Para protegerte, aunque no lo entiendas". Su voz era forzada, como si l
No tenía sentido discutir, no tenía sentido luchar. El viejo Bruno, el
. Cuando defendía ferozmente mi carácter, mi valía, ante cualquiera que se atreviera a cuestionarlo. "Tiene un corazón de oro", le hab
. Era la frialdad insidiosa de la traición, el escalofrío profundo de la desesperación absoluta. Me abracé con fuer
n confusión. "¿Qué pasa, Alia?", preguntó, su v
ueña mesa junto a mi catre. "Come", ordenó,
guda e imperiosa, resonó desde afuera. "¡Bru
a puerta. La elección era clara. El p
a alguien a que te revise más tarde", murmuró, ya
icos, desprovistos de hambre o sabor. El líquido insípido s
n la habitación. Acre. Ahumad
anaranjado. Un parpadeo. Luego una columna de
Mi habitación. Mi mundo en
tiendo todo lo que poseía en cenizas. El calor me presionaba, sofocándome. Me levanté del catre, mi cuerpo vend
ardiente. Me eché hacia atrás, aullando en silencio, luego lo intenté de nue
os en carne viva contra la madera ardiente, mi garganta d
más allá de la puerta. Risas.
aguda y fría, cortó el crepitar de las llamas. Ka
rofunda, familiar. "¿Está
o. "Quería quitársela de en medio antes de los anunc
rró. No los hombres de Kassandra. Él. Me condenó a
mos vestigios de mi esperanza, de mi amor. Se me contrajo el estómago, la
lamas danzando burlonamente a mi alrededor. Mi mano voló instintivamente a mi cue
e quedaba. Un chillido penetrante y desesperado atravesó el humo, un lamento lúg
la suya, cuando un sonido débil y agudo llegó a él. Un silbato. Se congeló, soltando la mano de Kas
me digas que todavía estás pensando en ese... ese incidente". Su voz era dulce, pero sus
en el resplandor distante. "Yo... necesit
"No seas ridículo. Probablemente sea solo el viento. Vamos, tien
ndor distante y ominoso. Vio la débil silueta de humo, pero la voz de Kassandra, su tacto, lo hicieron volver. Suspiró, un
usurrando urgentemente. "Señor... el viejo departamento del muelle... un i
hizo añicos. La sangre se le he