El Secreto Mortal de Mi Esposo Mafioso
de S
l olor del salón del hotel de la piel. Mi teléfono sonó desde la encim
l hos
mis pulmones. Salí tropezando de la ducha, agarrando una toalla, mis ma
tensa por el pánico, crepitó en la línea-. Es
que estaba en la parte trasera de un coche, instando al chofer de los Montenegro
donada. Las enfermeras corrían, los médicos discutían y una fila de hombres
rar -dijo uno de ellos, levantan
andro Reyes! -grité, mi voz ronca
aspecto ago
so, al área de desbordamiento. Tuvim
ntras mi pa
. Lo encontré en una habitación pequeña y abarrotada, conectado a una docena de máquinas q
joven residente que estaba r
ialista, el Dr. Evans, pero... -Se interrumpió, mirando nerviosamen
voz baja y peligrosa
e no me mir
familia prominente. Es solo un ch
bel
la. Esa llamada telefónica que le había visto hacer. Esta era su crueldad: un golpe
se en mi mente-. Hay un centro cardíaco privado a tres kilómetr
desesperada. Pero por un
ntras corríamos por las calles de la ciudad, con las sirenas aul
inco cuadras
brusca y brutal que hizo que la ambulancia se estrellara contra una fila de coches estacionados. No fu
agó. Las siren
tó el conductor-. ¡Tardar
sombrío. El pitido rítmico del monitor cardíaco d
o se d
n único tono larg
diez minutos h
al. Recuerdo a un médico, su expresión una másca
, Sra. Montenegr
sto, frío y vacío se había abierto den
s se habían ido. El piso estaba en silenci
a, desprovista de toda emo
ecía aterrorizad
veinte minutos. Dijo
La pieza final
gencia. No fue un
meticulosamente planeada. Una venga
o de mí no solo se endureció. Se congeló, luego se fracturó, y de lo
Mi mano estaba pe
al abogado que Ma
o. Reduce to