Escapando de la locura hechizante de su corazón
vacilar, se bebió de un trago tres
cuentan para alguien como usted", bromeó algu
Jerred se inclinó con una sonrisa pícara y le acercó varias botellas m
de sus labios, la sala estall
observaba con lánguido interés, y
enviaría a Madelyn dir
cana, la destapó y le dio un largo trago, sin a
quería cerrar el proyecto y finalmen
ntes de dejar que el vaso vacío cayera sobre la mesa con un golpe seco. Mir
firmeza practicada, aunque sus mejillas estaban teñidas de rojo. Se inclinó en una profunda y sincera reverencia. "Nunca quise avergonzarlo e
tella, desenroscó la tapa y se la beb
más, pero se enderezó,
na vez necesita algo de mí, solo tiene que pedirlo", terminó, con
de fastidio, pero ella mantuvo la barbilla en alto
hol calentando sus venas, sabía que era hora
comercial Aurora, nadie encaja tan bien como el Grupo Brennan. No solo traemos botellas a la mesa, sino que estamos
intriga sustituyó a su anterior aburrimiento.
"Oye, cariño, con un cuerpo así, ¿por qué no le das un espectáculo al señor Yates? A
jadas estridentes y el a
lla, y su sonrisa se volvió maliciosa, invitá
nte, modesto, sin nada atrevido, se sintió desnu
ada. El humo se enroscaba perezosamente en sus labios
caderas. "Eso suena perfecto", comentó, con la boca curvada en una sonrisa lobuna. "Si no me equivoco, usted está en relaciones públicas, ¿ci
lyn flaqueó y su post
r las venas o la vieja humillación; ca
, no di
le lanzó una mirada impaciente. "¿No escuchó al señor Ya
insistir en que estaba
rriesgarse a dejar el Grupo Brennan, no mientras el rastro de Simón siguiera f
ermitió detenerse en el resentimiento antes de enderezar los hombros y esbozar una sonrisa suave y
orquilla. Sus ondas sueltas y brillantes cayeron, enmarcando
a en el borde de la sala, enderezó los hombros
edor del frío acero y dejó que su cuerpo fluyera, cada m
entre la inocencia y un encanto peligroso, una cont
os, irradiaba un magnetismo cautivador, transforma
reída se oyó del grupo de hombres. "Maldita sea, tiene
omo ese hacía tiempo que
rlos, moviéndose a través de la
e de que todos lo vieran mientras marcaba a Bryson. Un
creen? Asegurémonos de que el señor Mills consiga un asiento en primera fila", a
ás, con el pecho arqueado en una pose llamativa, atrapada a
ita Dixon, montando este espectáculo especial para nosotros",
ó, de repente rígida, la música se desvanecía
entándose. "¿Por qué se detiene? El
ta, ¿verdad, señor Mills? Después de todo, la señorita Dixon se ofrec
ales llenaron la línea, hasta que finalmente la voz de Bryson se