Escapando de la locura hechizante de su corazón
zmente en la mano de Bryson, aferrada a la de Janic
llegaron a Verdancy Lane, enterad
o suavemente junto a la acera, atrayendo
gó mientras los Sutton avanzaban con p
eo, la llevaron sin demora al h
e se oponía era en realidad la segunda hija desaparecida de l
s preparativos para una re
. "Bryson, ¿podemos conservar Verdancy Lane? Los ancestros de mi cu
ro de Madelyn mientras se volvía hacia é
ono sereno e inquebrantable: "Dile al equ
costillas. Parpadeó, bajó las pestañas y tragó con fuerza para contener el ardor en la gargant
on impaciencia en los ojos. "Asegú
uspensión de la obra se había extendido por toda
ación la condujo directamente
rio, con una mirada fría e imperturbable. "¿Q
bre que se oponía es en realidad la hermana desap
de un millón de dólares sobre el escritorio de caoba, y el golpe resonó seco y contundente. "Hemos invertido de
Verdancy Lane intacto -sin importar de quién fuera la culpa-
Me encargaré personalmente de un nuevo proyecto
ndizó, y la irritación brilló en sus ojos. "Este no es un desarrollo cualquiera del Grupo Brennan; estamos asociad
bras punzantes de la presidenta
Julissa y Bryson tenían -todo este bastión- se había const
arriesgarse,
ra en sus manos el
gualar a Verdancy Lane", dijo con voz segura. "D
rcial Aurora; era el tipo de oportunidad que atraía a los grand
semblante de Julissa se su
un murmullo afilado: "Con todos tus años en esta empresa, ¿cómo es que aún no entiendes el prot
en las decisiones de Bryson; Janice, en cambio
lizó el número de Brett Singh, contacto clave del centro
e, Madelyn llegó al Club Hues
ada brillaba bajo las farolas; entre ellos, un SUV
arcajadas estruendosas se oían po
rá a Madelyn esta noche. Ase
etamente sola, indefensa. Señor Yates,
l. Hijo menor de Emilio Yates, máximo funcionario legal de
odo, siempre que no cruzara demasiado la línea. Se rumoraba que
eo Yates. Sin embargo, por más que intentara hacerse un nombre, nunca lograba eclipsar a Br
eado encontrarse c
fiesta de cóctel donde lo ofendió sin quer
fíciles, y ya podía sentir que una nue
ero el pensamiento de Simón y la promesa que había hecho la ma
empujó la puerta y, al instante, una d
ed, recostado junto a él, sonrió con burla abierta. "Sí que sabes có
o por la demora, señor Yates, permítame compensarlo con tres