icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Su Amor de Reemplazo, Una Verdad Fatal

Capítulo 4 

Palabras:1167    |    Actualizado en: 30/09/2025

ista de Cl

La herida en mi costado palpitaba con un dolor sordo y persistente, un recordatorio constante de la noche en que mi mundo se fracturó por completo. Mi cuerpo se debi

y dura en mi estómago. Me estaba qu

a luz del pasillo. Se me cortó la respiración. Parecía cansado, las líneas afiladas de su

ástima? ¿remordimiento?- en su mirada. La vista de él, el familiar aroma de su colonia que aún persistía en la habit

e voz de mujer llamó de

endureció al instante, el breve momento de vulnerab

ética. Revolcándote aquí, tratando de hacerme sent

tación, su prese

rtarte. Te di el apellido Aguilar. Pero nun

un mundo al que nunca pedí unirme, me había vestido como

u brazo enlazado con el de él.

cia mí, sus ojos sin mostrar simpatía, solo una luz fría y calculadora-

sintió como un perdón, pero sabía que era solo otro movimiento en su retorc

nroneo. Me acercó una cucharada de arroz con lech

uchara contra mis labios, el simple acto de ser alimentada, fue un consuelo que no me había dado

me invadió. Mis párpados se sentían como pesas de plomo. La habitación

ente fue que su sonrisa pare

ma en el aire era incorrecto. No era el ligero floral de mi propia habitaci

de mí. Estaba en su c

aba d

seda, apretándola contra mi pecho. Alejandro dormía a mi lado, su resp

a estaba en un montón en el suelo. Mientras me esforzaba por ponerme el vestido, mis piernas débi

s rozaron

toque fugaz, fantasma

ueño, suave y desprotegida. Hubo un destello de algo en sus profundidades: una calid

como si me hubiera quemado, poniéndome de pie de un salto y

y demoledor vi

o estaba presionada contra su boca, sus ojos muy abiertos co

¿cómo pudieron? -susu

o. Alejandro se había lanzado fuera de la cama, su rostro una máscara de pu

tación-. ¡Me drogaste! ¡Pequeña víbora asquerosa y m

s dolió fue la mirada en sus ojos. No había rastro del hombre que me

onta se abrió paso desde mi

i voz quebrándose-. ¿Aunque fuera p

i un destello de agonía, de conflicto. Pero el sollozo s

ón se volv

un fragmento de vidrio

su voz bajando a un su

esnuda frente a mí, suplicando, mi respues

lmones. Bajé la cabeza, mirando al suelo, luchando con cada gramo de m

jandro, no a mí, sino al aire-.

o, todo palabras reconfo

nojes tanto. Sigue siendo t

e. -Se volvió hacia un sirviente que había aparecido en la puerta-. Hagan e

Obtenga su bonus en la App

Abrir