icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Su Amor de Reemplazo, Una Verdad Fatal

Capítulo 2 

Palabras:1536    |    Actualizado en: 30/09/2025

ista de Cl

poder en el corazón de la ciudad. Regresé al lugar que una vez llamé hogar, el peso de mi diagnóstico oprimiéndome a

on el hijo adolescente de Catalina, Leo. La escena era nauseabundamente doméstica. Las risas resonab

e de terciopelo como una reina en su tr

le a Leo un vaso de jugo. Ha

osición de mi servidumbre, envió una sac

, frunciendo el ceño con m

a oíst

ído el jugo, y luego me habría traído un vaso a mí también, sus ojos arrugándose en las comi

os. Serví el jugo, mis manos temblando ligeramente, y lo llevé de vuelta a la sala. Leo lo tomó sin una pa

voz apenas un susurro-. V

ojos sin apartarse de los bloques de juguete. Los apilaba con la misma

. Catalina se había movido en la chaise longue, y un pájaro decorativo de por

oltando sus bloques y

un instante, su rostro un

a, ¿está

amente. La fuerza inesperada me hizo tropezar hacia atrás. Mi pie s

e otro trozo del pájaro de porcelana destrozado. Un dolor agudo y punzante me

fue un latigazo de furia-. ¿No puedes evitar caus

ncertada. ¿Yo

abiertos con lágrimas falsas mientras se agarraba el brazo, donde

accidente -su voz era un susurro frágil,

ndo sus protestas. Me lanzó una mirada de puro asc

Leo siguiéndolos ansi

nte me levanté, mi cuerpo adolorido, y fui al baño a limpiar la herida yo misma. El corte era profundo, feo y sangraba profu

que él me estaba enseñando a montar. Había limpiado la herida con tanto cuidado, su toque ligero como una pluma. "Siempre e

bre que había prometido protegerme era

actividad. Las criadas llegaron a mi habitación cargando cajas de diseñadores cuyos nombres solo conocía por las revis

ió. Esto se sentía como un

, mi voz ronca-. Po

ro. Su voz era más suave de lo que había sido en me

ontó lo que pasó. No te culp

dio un pequeño aleteo de esp

envenida que daremos para ella esta noche. Qui

o. Por supuesto. No se trataba de mí. Se trata

amarga toc

a

ó, su tono volviendo a ser d

l vestido, una hermosa co

na fiesta a la que no pertenecía. El vestido, una talla demasiado grande, colgaba torpemente de mi cuerpo adelgazado. Me senté en u

taba a su lado, su mano en la parte baja de su espalda, sus ojos llenos de una

. Una sonrisa lenta y deliberada se extendió por su rostro. Le susurró

voz goteando una dulzura fals

mi pierna herida. Tomó mi mano, su agarre sorprendentemente fuerte, y me arr

ar con Alejandro todos estos años. Me dijo cuánto lo cuidaste. -Tomó una pequeña y exquisitamente decorada rebanad

eló la

ng

cho que Alejandro conocía mejor que nadie. U

s después de comer accidentalmente una ensalada de frutas que contenía un solo trozo de mango. Me había sostenido la mano tod

stello de algo en sus ojos: va

hizo un puchero, su l

ta? Me esforcé tanto po

suficiente. El rostro de Alejandro se endureció,

peligrosa-. Catalina se to

necesitaba proteger. Era un obstáculo, una vergüenza, una m

de pedazos. Los últimos vestigios de

ientras alcanzaba el tenedor. Si esto era lo que él qu

e el pastel a los labios, un pequeño b

vino corriendo hacia nosotros, su rostro ar

Obtenga su bonus en la App

Abrir