Su Obsesión, Su Segunda Vida
da en el sótano de la mansión. Damián la había construido después de su accidente, un lugar dond
mi cabeza espesa por los efectos del
. La habitación estaba oscura, la única luz provenía de una pequeña lámpara que pr
do, finalmente atrav
esto? -pregunté,
la botella, luego la dejó en la mesa con u
e las líneas de mi ceño fruncido. Su toque era ligero
taba tan agitada que temí que tuviera un colapso nervioso. No puedo p
sus palabras amaneciendo lentamente en mí. I
traición me golpeó. Lágrimas de rabi
abras ahogadas por las lágrim
zo un gesto a los dos corpulentos guardaespaldas qu
miento-. Tengo que mostrarle que entiendes su importancia. Es la úni
rometiste -sollocé-. Después de todo, pro
sus desesperados votos de protegerme.
Damián? -escupí, las palabras goteando
ció, revelando al monstruo frío y petulante que había debajo. Pa
mblorosa, luchando visiblemente por el control-. No es gran cosa. Sol
guardaespaldas. Se
ror animal. Uno de los hombres me sujetó la cabeza, forzánd
lla de licor fue meti
i cuerpo convulsionando mientras el whisky barato y fogoso quemaba su camin
podía respirar, no podía gritar. Mi visión se nubló. A tr
su rostro una máscara de angustia. Pero no se movi
turaban a la muj
ión. Estaba limpia, vestida con un suave camisón de seda
y punzante me atravesó
n el borde de la cama, con un
da-. El médico dijo que tu revestimiento estomacal est
su expresión llena de tierna preocupación. Era la m
la ca
ón se estrelló contra la mesita de noche,
rrinches, Emilia!
da comparado con el dolor en mi c
e a los ojos, mis p
i Cristina hubiera sido la que estaba atada a
Por supuesto que no!
ué soy?
ose. Estaba tratando de usar su lesión cerebral como
ría y clara-. Simplemente tienes demasia
luego morado de rabia. Sus
es. Me voy. Tal vez un poco de tiempo a s
puerta con tanta fuerza que las paredes te