Su Obsesión, Su Segunda Vida
una maleta que había escondido debajo de la cama. Fotos de nuestra vida juntos estaban en la mesita de noche. Tomé el marco
a y recuerdos. Se acercó por detrás y me rodeó la
ó en mi cabello, su tono suave y persuasiv
dulces y una conciencia culpable
ra a tocar. Pero no podía. Todavía no. Me a
voz plana-. No
n. -Sé que hoy fue difícil. Cristina puede ser... intens
de caridad esta noche en el St. Regis. Vístete.
comprar mi perdón.
ir -dije, m
sa se convirtió en una línea delgada y dur
esafiando a que lo desobedeciera. Aparté la vista primero. No tenía
, la palabr
ubasta, hizo un espectáculo de consentirme, comprando un colla
to! -susurró una mujer detrás de noso
una fachada brillante para ocultar la fea verdad de lo que me hacía en privado. Me compró un teléfono nuevo después de q
tra pieza de dinero pa
nción a Cristina, y yo sería olvidada. En mi vida pasada, eventualmente me empuj
sito un poco de aire -murm
o del salón llamó mi atención. Me abrí paso entre la mult
inmovilizado contra la pared, su rostr
ocarla nunca má
ba: -Lo siento, Sr. Ferrer, so
una mano presionada contra su pecho como si estuviera ate
cutivo borracho, había tropezado con Cristina. Damián lo había visto y había
a protegerme. El pensamiento f
ndo en la habitación repentinamente silenciosa. Estaba estableciend
alrededor de los hombros de
todo suced
o, se puso de pie de un salto. Sacó un objeto p
-grité, mi voz cr
n pragmatismo frío y brutal. Me jaló del brazo, poniéndome directamente fren
blanco y candente, e
lo sobresalía de mi abdomen. El rostr
nó. Mi visión se
un destello de algo que podría haber sido pánico, m
voz tensa por la alar
tan espesa que podía saborearla, metálica y am
o se volv