Su Obsesión, Su Segunda Vida
sus ojos, cuando se encontraron con los míos po
oz un patético gemido-. Yo no toqué las cenizas
él, acariciándole el pel
ente tranquila. Hizo un gesto a los dos guardae
o no había a dónde ir. Cada uno me tomó un brazo,
escalera principal. Era una estructura gran
decencia de parecer avergonzado.
me emp
ando el duro mármol con una serie de golpes naus
o que había sucedido, me estaba
ujaron d
e n
e n
sa cuando no aprendes la lección -dijo un
s. Mi cuerpo gritaba, pero mi mente estaba extrañamente tranquila. Era la cal
é en el hospital de nuevo. Cad
se disculpó. Solo me en
dijo, su voz desprovista de emoción-. Ve allí. Descans
o todavía lo esperaría. La a
e tu madre -añadió, como si fuera
firme. -Gracias, Damián
ente, un destello de incertidumbre en sus ojos.
la puerta. Me observó caminar por el sendero
egundo, luego su rostro se endureció. Respondió la llamada, dio la vuelta al coche y
equiv
us propios ojos se llenaron de lágrimas. Me derrumbé en sus brazos y finalmente me per
je elegante salió. Era el asistente de Héctor. Me entregó una carpeta. Dentro ha
l hombre-. Una vez que se reporte el in
nándome. Ayudé a mi padre a subir al coche. Mientras nos ale
a de un naranja brillante y rugiente contra el cie
adre y, por primera vez en mucho, mu
ía poseer. Pasaría el resto de su vida atormentado por un fantasm
sería