Su Sacrificio, Su Odio Ciego
u teléfono vibró con
idad. 8 PM. El
den, no un
antes vestidos y joyas que la rodeaban. Encontró a Augusto en un palco privado, con aspe
iraba el escenario, su
ca, un collar de diamantes, una pintura de un m
stador reveló el
¡Un par de cisnes de cristal de Baccarat
la luz y refractándola e
usto se enderezó. Un destello
a puja. Augusto contr
los cisnes. Se convirtió en una batalla de voluntades,
s de pesos! -gri
to no
mill
o. El otro postor negó c
, atónito, go
or Ortega por cien
sto, con una sonrisa
el atrevimiento, supongo que
Tomó el micrófono de su mesa y su voz,
us labios. Era una sonrisa que Cora no había visto en siete años-. E
itud ap
ba actuando para la multitud, pero el mensaje era para ella. Era otra
datorio de su pasado, una piedra de afilar
para irse, el siguiente artí
ula grande
subastado
ocionante artículo... un magnífi
rta fue
o brasas ardientes. Gruñó, mostrando los dientes, esforzándose
rvioso recorri
cerrojos de la jaula se rompió. El perro se es
se apresuraba a alejarse mientras el
pelaje negro y
directamente
ntes de que pudiera pensar, el cu
jó fren
sto, c
. Sintió un dolor agudo e insoportable cuando sus dientes se
del perro, tratando de alejarlo, pero era demasia
Co
ños que lo decía con algo que no fuera desprecio. En su
iendo el de ella, tratando de in
lularon, finalmente logrando
rasgada. El dolor era inmenso, y el mundo
eza aterrizando en
tro, pálido y tenso, sus ojos oscuros abiertos d
de hospital. El olor a antis
endado, y una vía intravenosa
arecía agotado, su traje, usualmente perfecto, estaba
abiertos, una luz pa
-dijo, con
rcó a la cama, reco
erdiste mucha sangre.
s lo que él p
o el movimiento le provocó una sacudida de dolor en
venda nueva y una pequeña marca
entró, sonrien
a tan atenta. Se quedó toda la noche e incluso le donó sangre él m
te, conmocionada. Le
damente giró la cabez
rmera c
lgunos detalles para el papel
irme, cortando el silencio de la
fe. El se
tación se volvió h
su rostro oscuro. El breve momento de calidez se ha
o la tensión repentina
u voz peligrosamente baja-. ¿E
erca, su sombra c
e, Cora? ¿Por qué s
los de ella, exigi
mejor evaluación de desempeño? Todo
ruel, que la dejó sin palabras. La
le la vida. Y est
endió entre ellos,