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Su Sacrificio, Su Odio Ciego

Capítulo 3 

Palabras:1033    |    Actualizado en: 18/08/2025

ano agarrando la esquina

z ronca-. Como su asistente, su

ro entre ellos. El límite profesio

fue

ció aún más. Parecía una nube

, las palabras gotea

tes de quinientos pesos sobre su mesita de noche

n hecho. Siempre has tenido sed de dinero, ¿no, Cora? Re

el precio de su traició

lió de la habitación, dejando atrás el aroma d

area relacionada con la subasta. Tenía que entregar personalmente los cisnes

a puerta, todo sonrisa

r traerlos. ¡Oh, tu pobre

ijo Cora, con

con una mirada de odio puro e inalterado. Desaparec

ivamente, tomando la pesada caj

la vuelta, su

elo de mármol. Un crujido nausea

es de cristal, el símbolo del amor eterno que había costado

se desvaneció, reemplazada por u

por el ruido. Vio el cristal destrozado en el

igió, sus ojos

z temblando mientras empezaba a llo

licar Cora, su voz elevándose

e Augusto e

rlow. Estaban destinados a se

eca ilesa de Cora, su

n celosa, tan amargada, que tienes que d

usto, esc

eron más fuertes, una actuación mag

ella. Fue un accidente. Est

lágrimas de Harlow y luego el de C

ía como el acero-. Ponte de ro

miró, ho

d en el vestíbulo. ¡Revisa las grab

nto, un destello de miedo en sus ojos. Per

as se adelantaron, agarr

El sistema de seguridad del vestíbulo ha estado fu

sto que l

aldas la obli

rectamente sobre los fragme

vestíbulo, seguido por el dolor abrasador que le re

o la sangre comenzar a filtrarse a través d

hizo

ow. Siempre le

antes-. Y pagarás por ellos. Cien millones de

. La estaba

no era nada comparado c

la sangre en el suelo. Miró a Harlow, que ahora ocul

cir Cora, las palabras sab

Auggie -dijo Harlow, su voz un ronroneo cruel

era, el cielo se había oscurecido y una tormenta repentina había co

rió Harlow-. Hasta que sienta que

n un charco de su propia sangre, y

gan

illarse sobre la piedra fría y húmeda de la terraza. La lluvi

los huesos. El dolor en sus ro

a Augusto envolviendo suavemente a Harlow en

a diferente, años atrás. Había tenido miedo de los truenos, y

que quedaba era la lluvia fría, los guardaespaldas

luvia, lavando la sangre de sus ro

bsoluta y comp

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