Una Década Deshecha por el Engaño
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i novia y jefa, Kendra. Renuncié a mi música, a mis sueños, a todo, p
a una cirugía de emergen
e estaba hablando por teléfono con otro hombre, diciéndole dulce
u cumpleaños, fui a casa y le preparé su platillo favorito.
a noche, borracha, cargada a c
énticas. La de él decía: "Estoy con
arganta. Se bajó de su espalda de un salto, con el
te de mí que podía sentir dolor por ella me la ha
rectamente
ac
hogar, dejándola sola en el monumento a nuestr
ítu
e de Recursos Humanos. El papel era blanco y pulcro, un ma
con los ojos desorbitados por la sorpres
ón cambió de la confu
spués de todo
garganta demasiado a
imo aniversario con Kendra. Toda la empresa
el aire, pesadas y sin sentido. Una década de mi
cara en blanco. No podía permitirme mostrar ningu
a determinación en mis
r esto para que
eral -dije, con voz plana
la ventana. Esta era la vista desde nuestra nueva oficina en el penthouse, un símb
on la firma arrogante y serpenteante de Kendra. Ni s
era -dijo Sofía en un susu
staba. Siempre ocupad
esita. Kendra... ella te necesita. Tú te encarg
erminables demandas de su familia, quien se aseguraba de que su café estuviera exactamente como a ella le gustaba. Yo era su as
metido que sería nuestro hogar para siempre. Regresé de una reunión tardía y encontré un reloj de hombre en la mes
me dejó sin aliento. No era la primera vez. Ni siquiera la décima. Pero esta vez, en nuest
n el silencio de la habitación gritando más fuerte que cualquier discusión. Diez años. Le había dado mi juv
a vi. Le dije que la dej
o tintineante y despectivo
dramático. Sol
su contacto se s
jarías. Me a
na sola vez. No me creyó. Pensaba que yo era un elemento perm
o supe que realmen
conversación a la oficin
ía me trajo de vuelta a
r favor, encuentra un reemplazo lo an
salí de su oficina
ogía. Kendra, por supuesto, era la estrella d
stido azul. Lo ne
ias". Solo una orden. Ni siquier
argara. Luego, conduje yo mismo a la tintorería. Era una costumbre,
madre snob, Diana, que nunca perdía la oportunidad de recordarme que no era lo suficientemente bueno para s
veniencia. Una herramienta que u
para que la asistente junior s
modos. Una parte de mí nec
un evento de alto perfil. No quería qu
reina, encantadora y hermosa, con una copa de champaña en la mano. Estaba hablando con un hombre apue
nto, el centro de
reloj. E
amado durante una década. La mujer que había
a gala, el sonido de su risa
ficiente. Era hora d