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Una Década Deshecha por el Engaño

Una Década Deshecha por el Engaño

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1264    |    Actualizado en: 13/08/2025

i novia y jefa, Kendra. Renuncié a mi música, a mis sueños, a todo, p

a una cirugía de emergen

e estaba hablando por teléfono con otro hombre, diciéndole dulce

u cumpleaños, fui a casa y le preparé su platillo favorito.

a noche, borracha, cargada a c

énticas. La de él decía: "Estoy con

arganta. Se bajó de su espalda de un salto, con el

te de mí que podía sentir dolor por ella me la ha

rectamente

ac

hogar, dejándola sola en el monumento a nuestr

ítu

e de Recursos Humanos. El papel era blanco y pulcro, un ma

con los ojos desorbitados por la sorpres

ón cambió de la confu

spués de todo

garganta demasiado a

imo aniversario con Kendra. Toda la empresa

el aire, pesadas y sin sentido. Una década de mi

cara en blanco. No podía permitirme mostrar ningu

a determinación en mis

r esto para que

eral -dije, con voz plana

la ventana. Esta era la vista desde nuestra nueva oficina en el penthouse, un símb

on la firma arrogante y serpenteante de Kendra. Ni s

era -dijo Sofía en un susu

staba. Siempre ocupad

esita. Kendra... ella te necesita. Tú te encarg

erminables demandas de su familia, quien se aseguraba de que su café estuviera exactamente como a ella le gustaba. Yo era su as

metido que sería nuestro hogar para siempre. Regresé de una reunión tardía y encontré un reloj de hombre en la mes

me dejó sin aliento. No era la primera vez. Ni siquiera la décima. Pero esta vez, en nuest

n el silencio de la habitación gritando más fuerte que cualquier discusión. Diez años. Le había dado mi juv

a vi. Le dije que la dej

o tintineante y despectivo

dramático. Sol

su contacto se s

jarías. Me a

na sola vez. No me creyó. Pensaba que yo era un elemento perm

o supe que realmen

conversación a la oficin

ía me trajo de vuelta a

r favor, encuentra un reemplazo lo an

salí de su oficina

ogía. Kendra, por supuesto, era la estrella d

stido azul. Lo ne

ias". Solo una orden. Ni siquier

argara. Luego, conduje yo mismo a la tintorería. Era una costumbre,

madre snob, Diana, que nunca perdía la oportunidad de recordarme que no era lo suficientemente bueno para s

veniencia. Una herramienta que u

para que la asistente junior s

modos. Una parte de mí nec

un evento de alto perfil. No quería qu

reina, encantadora y hermosa, con una copa de champaña en la mano. Estaba hablando con un hombre apue

nto, el centro de

reloj. E

amado durante una década. La mujer que había

a gala, el sonido de su risa

ficiente. Era hora d

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