El Marco del Marido, la Feroz Justicia de la Esposa
ella de la Ciudad de México, el hombre que m
, incriminándome por un crimen que no com
s. La mujer que entró, una exitosa diseñadora gráfica que amaba a su esposo, murió ahí dentro. Cu
a mujer a la que ellos mismos metieron tras las rejas. Me pasearon como un trofeo,
na, dejándome tirada en el suelo, desangrándome. Incluso fa
se marchitaban y morían. No podía llorar. El sentimiento era demasiado p
rdiera todo. Su carrera. Su reputación. Su precia
ítu
cárcel y la ciudad lo amaba por eso. En la televisión, era carismático y justo. En c
l fue el hombre que
usó mis traumas más profundos y privados en mi contra, pintando la imagen de una mujer que
corporativa hermosa e inestable por la que él se sentía eternamente responsable. Le había he
que entró, una exitosa diseñadora gráfica que amaba a su esposo, murió ahí dentro. El día que Álex vino par
, su voz un zumbido bajo y convincent
. Y me
or a lluvia y gases de escape, se sentía extraño después de tres años de aire recicla
se detuvo, un sedán
e no reconocí se baj
preguntó, su voz que
lo miré con la misma expresión vacía que había perfeccionado en mi celda. Mi
un pequeño manojo de salvia de su bolsillo y un encendedor. Encendió la punta y una columna de hu
taba oxidada, desacostumbrada a
sobre
... que para limpiar las malas vi
do él mismo. Había enviado a un muchacho a realizarme un rito de purificación, como si yo fue
-pregunté, las palabras
n el asiento trasero, el movimiento d
Catalina, borracha e histérica, al volante de mi coche. Mi padre, un hombre del que mposo, el fiscal, esperando
do, apartándome de la escena, su braz
ica posible. Detalló los años de abuso que sufrí a manos de mi padre, no como una tragedia que había
re mí, desnudándome. No podía respirar. El mundo se convirtió en un rugido ahogado, y todo lo q
Fui condenada
, finalmente pude preguntarle por qué. Su rostro era una m
fi. Hace mucho tiempo
había contado fragmentos, un evento por el que sentía una culpa
puerta-, una vez que ella esté estable, volveremos a ser nos
u carrera, estuve a su lado en cada noche de trabajo y en cada caso de alta presión. Recordaba las pequeñas cosas, la forma en que sostenía
más profundas, las que solo le había mostrado a él, eran solo herramientas pa
tono profesional de un fiscal-. Se verá mejor para tu audie
vaba su ani
, Sofi. Sigo si
labras resonaron en e
do, el aroma a salvia todavía aferrado al aire. Mis ojos estaban secos. No había llorado
n el centro. Estábamos en un barrio de moda y exclusivo, deteniéndonos f
e la venta
l
acia un grupo de personas. Y luego se giró, su
ali
y él se inclinó para besar su mej
tente c
Robles organizaron una pequeña
metió en la cárcel. Organizada por el hom