El Marco del Marido, la Feroz Justicia de la Esposa
Catalina me ofr
Mi voz era baja, per
ullos recorrió
gro
rzando tanto, y ella s
malagr
reguntó alguien, su voz
parecía a punto de romperse. Luego me miró a mí. Vi el m
opa de la man
ente suave. Se acercó, bloqueándome d
petición. E
reciso y calculado-. Sería una lástima que los cuidados
ía amado sin condiciones. La idea de ella, frágil
ba la copa de champaña. La llevé a mis labios y
a se alivió. Los invita
lex, por su retorcida idea de una feliz reunión. Cada vez, se esperaba que yo bebi
eño asentimiento de al
ien, dejándome ahogar en un mar de champaña y sonrisas falsas. Podía sentir lo
. Y
olor familiar de las úlceras que me habían atormentado e
ó, retorciéndose e
na última copa, su sonri
del e
, una tos ahogada escapando de mis labios. Sentí algo
ng
os jadearon
cia mí. Corrió al lado de Catalina, ap
l rojo vivo. Los rostros a mi alrededor se volvieron borrosos
r de las luces fluorescentes. El
una cama d
una silla junto a la ve
z cargada de acusación. Se g
ando de hacer una escena?
aspeo. Era la primera vez que hablábamos,
era vez. Vi sus ojos trazar el ángulo agudo de mi mandíbula, la nueva
pa cruzó su rostro
tocar mi cabello, sus
el que usaba cuando prometía el mundo-. Iremos a Italia, como siempre
n de un futuro que se s
e importaba la casa. Solo ha
susurré-.
n monólogo sobre nuestro futuro, y yo lo hab
n -dijo, un poco
teléfono vibró. Miró la
to, su rostro una más
tá teniendo un ataque de pán
rta sin una segunda
lterada. ¿Y yo? Yo solo era el
capó de mis labios. Ni siqu