El Novio Indeseado
suavemente con cada paso, perfectamente sincronizado con sus tacones de diseñador. Recién llegada de París, donde había asistido a una gala bené
la en el despacho como si se tr
a copa de brandy en su mano derecha, y una expresión tan seria que
tranquila que solo los hombres que han hecho
sabe que nada bueno viene detrás de ese gesto solemne. Se sentó cruzando las piernas con impecable
lado tu c
etuvo por un
stas hablan
se momento llegaría, pero jamá
igo mío. Se llama Gabriel Devereux. La boda
cabara de decirle que ib
puedes decidir por mí como si
ca. Es un hombre con poder, influencia y una fortuna que rivaliza con la nuestra. La fusión de n
pasó con eso? No quiero
ca, de esas que vienen acompañadas
ños. Pero cumplirás con tu deber. Así como lo hice yo, así como lo hizo tu padre ant
abía sido educada para resistir, para mantener la postura,
el negocio familiar. Su abuelo no lo decía, pero estaba claro: o cumplía o sería exiliada simbólicamente. Como una reina caída en desgracia. Esa
apretaba los puños-. Me casaré. Pero el día en que
ho, como quien acaba de ce
rrecta. Eres sensata Helena. La pe
🌹
afetería en el centro de Londres
no hacían ruido al caminar y un peinado recogido que parecía sacado de un anuncio de perfume francés. Cada ce
spe
spe
s tarde -sí, los c
el De
abello rebelde como si hubiera salido de una motocicleta y una chaque
elajada que lo hacía parecer encantador y arrogante al mismo tiempo. Parecía el tipo de hombre que se toma un whisky
gafas de sol hasta después de sentarse frente
replicó ella, sin levantar la voz, pero con una mi
se como si estuviera en su sofá vien
estir y... ¿qué clase de millo
mbros y levantó la mano
onarte, princesa. Yo tampoco pedí este compromiso. Mi padre firmó el acuerdo mi
.. ¿por qu
gelar mis cuentas si no aparecía.
padeó. ¿Er
la, sonriendo con una mezcl
fine. Yo no haré escándalos. Pero tampoco fingiré ser el príncipe encantador que esperas. No soy refinado, no soy
caos andante. Un guapo, magnético, insoportable caos que no se tomaba en se
ó y murmuró p
Cinco años.
o interés. Al parecer no er
mantra o u
n la delicadeza de una rei
mb
🌹
eco de sus tacones contra el mármol blanco retumbaba como un metrónomo de impaciencia. Se había quitado el abrigo de cachemira y lo había de
n una voz cantarina que contrastaba con el ceño fruncido de s
enso, y clavó en su hermana menor una
Si lo hubieras visto... no le importa nuestro compromi
rado al café, con el cuello de la camisa abierto, el cabello desordenado, esa chaqueta de
je de incredulidad-. Su ropa, su cabello
a con ese aire travieso de quien observa el mundo com
rte enojar. Y eso, herm
en el pecho. Llevó sus manos al regazo, acariciando distraídamente los pliegue
in amor... -susurró, más para
quien observa un cuadro en exposición y encue
a por compromiso, no por amor. Es lo que mamá s
fuera, el viento agitaba las cortinas de lino, recordándoles que el mundo
voz baja pero firme-. Solo espero que este
n ternura. A diferencia de Helena, que siempre parecía una estatua de mármol inquebranta
s opuestos se atraen. Y tú eres perf
ó una carca
hombre es un huracán, y yo... yo
pejismo indeseado: su sonrisa descarada, la forma en que había apoyado el codo sobre la mesa como s
escondido entre la rabia-. Pero no me queda otra opción. Debo soportar
egamente. Helena podía aparentar calma, pero era fuego contenido. Y si Gabriel era realmente un huracán,
apretó
las historias que menos esperamos son
encia, desde esa parte ingenua que aún creía en finales felices. Ella, en cambio
cabello frente al espejo. La perfección, pensó, era su armadura. Nad
con voz firme, casi sole
melancólica. En el fondo, ambas sabían que
🌹
a, Gabriel se dejaba caer sobre el sillón, riendo solo al recordar la exp
, miró el techo y m
sa... veremos quién