La joven heredera y el impostor
ra fría. No aún. Pero estaba tan ordenada, tan exacta, que Elía
ni vieja- lo condujo por un corredor amplio y alfombrado, sin decir más que
al. Palabras apresuradas, un "gracias" seco y una promesa de "
detrás de él con un clic suave
de, una lámpara de pie que emitía una luz cálida. Todo tenía ese brillo de co
rse. Sus dedos recorrieron la m
laban l
ecue
mar, pero e
descalzo sobre
interm
render a no mi
a. Gafas oscuras in
s... te quit
na. Respiró el aire tibio de la noche com
Una mujer. No muy lejos del portón trasero. Caminaba con determinación, como si no quisiera que la vieran, pero tampoc
or algo más antiguo. Reconocimiento. Como si ya hubiera s
pareció verlo. O no quiso. Luego dio media vu
con la certeza de no haber dormido. Bajó
l uniforme gris lo espera
verá en su oficina -dijo
na camisa li
Tiene barro hasta
ue cruel. Como si lo ente
enato – medi
so. Una pintura abstracta colgaba del fondo
r. Alzó la vista cuando Elías entró, ve
verte de
con las manos e
ridad. No la doy ni la pido -continuó Renato-
o Elías, apenas
hivos, tareas ingratas. Te moverás por todas
ro nada
ía sin forma. No era un chico callejero. Tampoco un obrero cualquiera. H
edad t
s va
o
Renato lo disimuló co
las seis. Te llevarán en aut
sto afirmativo y
pregunta... di que te recomendó un viejo a
r el terreno. Desde una galería lejana, alguien lo observa
ada. Solo
levanta la vista justo an
. Algo ya