La Flor del Magnate
, como si aún no pudiera creer lo que había sucedido. Y esa expresión en su rostro, en una mezcla de
e ella no lo recordara, se mantendría firme. Su corazón latía con fuerza, no por ansiedad, sino por la emoción de saber que esta
er tenerla. Sintió una oleada de satisfacción. Estaba dispuesto a esperar, a dejar que los recuerdos volvi
onrisa en los labios. "Pronto recordarás... y cuan
escarado? Ese joven, que la había besado sin su permiso y la había sacado de su propia boda, ahora le estaba exigiendo que le diera un beso ca
cuperar algo del control que él le había arrebatado. No podía permitir que siguiera jugando
n esa calma que empezaba a irritarla más de lo que podía
erdes te podré explicar con más detalle. Mientr
manera en que se dirigía a ella, que la descolocaba. No era solo su arrogancia; era también una especie de gentilez
abía estado anidando en el fondo de su mente desde el moment
esaparecer -respondió Ha-na, la tri
en quien había confiado, expuesta ante los ojos de tantas personas que se habían deleitado en su desgracia. El peso de
. Su expresión permaneció inalterada, aunque en s
podrá volver a dañarte o lastimarte -dijo él con seriedad, clavando esos ojos azules en el
s y le recorrió la delgada silue
ltima frase. Era una mezcla de advertencia y seducción, algo que no podía ignorar. Se sentía atrapada en su mirada, en esa forma tan
-respondió ella, sorprendida
ón que él pronunciaba. Se cubrió nuevamente los labios, como si el simple gesto pudiera protegerla de la intensidad de la situación, pero sabía que no era suficiente. No con él. Nunca en su vida había hab
ntrolada, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo. Como si supiera que,
ner tanta seguridad? ¿Tanta certeza en sus palabras, en sus acciones? La forma en que hablaba, en que la miraba, le daba
e el aire mismo pareciera más denso. No sabía cómo reaccionar. No tenía respue
esto? Ha-na no lo sabía. Solo comprendía que necesitaba salir de esa situación, pero no podía. Estaba atrapada en un juego que no entendía, y
r que no podía ignorar. Y eso la asustaba, porque sentía que, de alguna manera, él ya había empezado a desar
lmente? Y lo más importante, ¿cómo iba a protegerse de él? Porque, de alguna manera, sabía que era cierto. Él era peligroso, no porque fuera a lastimarla físicame
o con él allí, observándola con esa sonrisa que parecía conocer todos sus secretos. Como s
nsancio de todo lo que había pasado, o tal vez una pequeña chispa de determinación que aún que
a vez con más firmeza, tratando de convencerse