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La Flor del Magnate

Capítulo 4 La huida

Palabras:1441    |    Actualizado en: 25/01/2025

sentada junto a él, aún en su vestido de novia, lo llenó de una satisfacción oscura y profunda. Nadie más la tendría. Nadie más podría reclamarla. Él se había asegurado de eso cuando subió

aba solo al sentirla cerca. No se atrevió a mirarla de nuevo, no todavía. Sabía que ella tenía preguntas, que había confusión y quizás miedo en su interior. Tarde o temprano, entendería que esto era lo mejor, que

pasado, a la primera vez que la vio, a la obsesión silen

ultos. Aunque ella fuera mayor por cinco años, eso no impedía que le hubiera gustado la chica coreana. Apretó el volante con fuerza, sus nudillos palideciendo por la tensión. Se obligó a respirar profundamente, a calmar la intensidad que latía en su interior. No era el momento de dejarse lleva

que ella lo conociera, de que entendiera quién era él y por qué había hecho lo que había hecho. No era un hombre común, no era alguien que simplemente la de

le importaba. En su interior, el fuego ardía con demasiada intensidad como para que lo afectara. Quizás, con el tiempo ella entenderí

asentarse. Había llegado el momento de forjar ese futuro. Y aunque el viaje acababa de comenzar, estaba dispuesto a hacer lo que

olor a cuero y una fragancia masculina que no reconocía. Su mente estaba atrapada en una maraña de confusión y miedo. Apenas lograba respirar con normalidad mientras intentaba procesar la vorágine de emociones que la atravesaban. Sentía los labios arder, un rastro del beso q

estaba concentrado en la carretera, con una expresión fría y determinada. La luz de la luna se filtraba a través de las ventanas del coche, iluminando su perfil. Era joven, más joven de lo que había imaginado en aquel instante de confusión

iar, ni su rostro, ni su voz, ni esa mirada intensa que la hacía sentir desnuda ante su escrutinio. Sin embargo, él conocía su nombre, conocía su apellido. La había llamado por su nombre coreano, "Ha-na", y había hablado con tal propiedad, con tal certez

, y todo lo que podía oír era el retumbar del motor y el incesante golpeteo de su propio corazón. No entendía a dónde la estaba llevando ni qué pretendía hacer con ella. Y lo peor era que, en su e

s palabras: "Voy a robarte, Ha-na, mi flor." Las palabras resonaron en su mente, repitiéndose una y otra vez. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué la llamaba su flor? Era como si él la vie

he con suavidad y apagó el motor. En la quietud que siguió, Ha-na sintió que el mundo volvía a cobrar un sentido, aunque distorsionado y confuso. Su cuerpo estaba rígido. Sus manos temblaban ligeramente mientr

nz no la había seguido, ni vigilado. Mas, una corazonada lo hizo buscarla por fin, solo para enterarse de que su hermosa flor estaba por casarse con otro hombre. Había viajado solo para ver como co

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1 Capítulo 1 Prefacio: La verdad2 Capítulo 2 El ladrón de besos3 Capítulo 3 Robarse a la novia4 Capítulo 4 La huida5 Capítulo 5 La tienda de ropa6 Capítulo 6 Los postres7 Capítulo 7 El peligro8 Capítulo 8 La fuerte9 Capítulo 9 El club10 Capítulo 10 El descanso11 Capítulo 11 La petición12 Capítulo 12 El recuerdo13 Capítulo 13 La identidad14 Capítulo 14 El contrato15 Capítulo 15 La molestia16 Capítulo 16 El sol17 Capítulo 17 La atención18 Capítulo 18 El desayuno19 Capítulo 19 La tormenta20 Capítulo 20 La postura21 Capítulo 21 La negación22 Capítulo 22 La espera23 Capítulo 23 En contrarreloj24 Capítulo 24 El impulso25 Capítulo 25 La bofetada26 Capítulo 26 La mudanza27 Capítulo 27 Estoy loco28 Capítulo 28 El ósculo29 Capítulo 29 Nuevo jefe30 Capítulo 30 El pendiente31 Capítulo 31 Lo acordado32 Capítulo 32 El segundo33 Capítulo 33 El trabajo34 Capítulo 34 El cumplimiento35 Capítulo 35 Sin límites36 Capítulo 36 El fervor37 Capítulo 37 El portafolios38 Capítulo 38 Los sabores39 Capítulo 39 La cotidianidad40 Capítulo 40 Fines de semana41 Capítulo 41 El gimnasio42 Capítulo 42 La posición43 Capítulo 43 La intensidad44 Capítulo 44 El mes45 Capítulo 45 La ebriedad46 Capítulo 46 Las palabras47 Capítulo 47 La frialdad48 Capítulo 48 El nuevo49 Capítulo 49 Los hermanos50 Capítulo 50 El informe51 Capítulo 51 El deseo52 Capítulo 52 Los cuartos53 Capítulo 53 Los padres54 Capítulo 54 Los tragos55 Capítulo 55 La búsqueda56 Capítulo 56 El baño57 Capítulo 57 Lo que siento58 Capítulo 58 La empresa59 Capítulo 59 El atrevimiento60 Capítulo 60 La discusión61 Capítulo 61 En los cuartos62 Capítulo 62 Los enojados63 Capítulo 63 El papel64 Capítulo 64 La hoja65 Capítulo 65 El acorralamiento66 Capítulo 66 El instinto67 Capítulo 67 Ley del hielo68 Capítulo 68 La incomodidad69 Capítulo 69 La diosa70 Capítulo 70 El saludo71 Capítulo 71 Los estiramientos72 Capítulo 72 El dilema73 Capítulo 73 La comida74 Capítulo 74 Las compras75 Capítulo 75 El avistamiento76 Capítulo 76 El impostor77 Capítulo 77 La proposición78 Capítulo 78 Cita doble79 Capítulo 79 El espacio80 Capítulo 80 El reclamo81 Capítulo 81 El alzamiento82 Capítulo 82 Estoy loca83 Capítulo 83 El diálogo84 Capítulo 84 Platos fuertes85 Capítulo 85 El recorrido86 Capítulo 86 Edificio mirador87 Capítulo 87 Sin definición88 Capítulo 88 Nuevas posibilidades89 Capítulo 89 La voluntad90 Capítulo 90 El control91 Capítulo 91 La presa92 Capítulo 92 Nueva fase93 Capítulo 93 La conexión94 Capítulo 94 El cordero95 Capítulo 95 La llave96 Capítulo 96 Por poseerte97 Capítulo 97 El roce98 Capítulo 98 El acceso99 Capítulo 99 Sin retorno100 Capítulo 100 El espacio