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La Flor del Magnate

Capítulo 3 Robarse a la novia

Palabras:1735    |    Actualizado en: 25/01/2025

. La sala estaba llena de flores y luces, un escenario perfecto para la boda que se suponía celebraría el amor entre Ha-na y su prometido. Sin embargo, para él, todo aquello er

nida, un tamborileo constante qu

la forma en que había sonreído, esa mirada que le había dado y que se le quedó grabada como una marca de fuego en su alma. Pero ella probablemente no lo recordaba. No como él la recordaba a ella. La vida había seguido su curso y Ha-na tomado un camino que no lo incluía. Era aceptable, porque solo habían tratado en aquella oportunidad de una manera inusua

feliz con él, lo aceptaría. La dejaría ir, aunque le arrancara el corazón. Pero cuando vio proyectarse aquel video, cuando escuchó las palabras repugnantes del hombre que pretendía ser su esposo, todo su autocontrol se hizo añicos. La furia se encend

vio romperse. Ha-na, la mujer fuerte y digna que siempre había admirado estaba ahora rota en medio de esa tarima, sus lágrimas fluyendo silenciosamente bajo el velo blanco. En ese momento, supo que no podía permanecer quieto un segundo

ud, como un océano de sombras y murmullos, se desvaneció en su mente. Solo existían ella y él. El rostro de Hana se volvió más nítido a medida que se acercaba, su expresión era una mezcla de dolor y desconci

desvaneció. El tiempo se detuvo. Vio el miedo y la tristeza en los ojos de Ha-na, pero también vio algo más. Una chispa, un destello de algo que él había deseado ver durante tanto tiem

abrasador, lleno de todas las emociones que había reprimido durante tanto. Sentía su cuerpo temblar bajo su contacto, una mezcla de sorpresa, confusión y deseo que lo alimentaba aún más. Se entregó a ese ósculo, vertiendo en él todo lo que

có un escalofrío que recorrió todo su ser. Cada fibra de su cuerpo vibraba con una intensidad que lo hacía sentir vivo como nunca antes. El mundo podía arder en ese momento y no le habría importado. So

d del beso. Había confusión en su mirada, sí, pero también algo más profundo, una conexión que él había estado esperando toda su

ada de una seguridad inquebrantable-. No puedes casarte con nadie

mano, sus dedos acariciando suavemente la mejilla húmeda de Hana. La sintió temblar bajo su toque, pero no se retiró. Sus propios labios se curvaron en una leve sonrisa, una que reflejaba

o de sus ojos aún empañados por las lágrimas... Todo eso le provocaba una oleada de emociones tan intensas que amenazaban con de

barte, Ha-na, mi flor -dijo Hei

cesa y como si fuera su esposa. Caminó por la gran tarima blanca a

hija. Yo la cuidaré -dijo él con una frialdad y poderío absoluto, tam

con una mezcla de cuidado y autoridad, como si fuera la joya más preciada que había decidido proteger a cualquier costo

ridad de la carretera se extendía ante ellos como un lienzo vacío, y él lo veía como el comienzo de algo nuevo, una oportunidad para arrebatar del destino lo que si

pertenecía. Había ido a ese lugar con la intención de observar, de ser testigo de su felicidad, pero no había sido capaz de contenerse cuando vio su mundo hecho pedazos ante sus propios ojos. Ahora, al sentir

ía. Ha-na estaba a salvo con él ahora, lejos de las miradas inquisitivas, lejos de las traiciones. Giró la cabeza por un breve instante para verla. Estaba allí, inmóvil, con sus ojos oscuros, sorprendidos mirando hacia adelante, probablemente sin saber qué pensa

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1 Capítulo 1 Prefacio: La verdad2 Capítulo 2 El ladrón de besos3 Capítulo 3 Robarse a la novia4 Capítulo 4 La huida5 Capítulo 5 La tienda de ropa6 Capítulo 6 Los postres7 Capítulo 7 El peligro8 Capítulo 8 La fuerte9 Capítulo 9 El club10 Capítulo 10 El descanso11 Capítulo 11 La petición12 Capítulo 12 El recuerdo13 Capítulo 13 La identidad14 Capítulo 14 El contrato15 Capítulo 15 La molestia16 Capítulo 16 El sol17 Capítulo 17 La atención18 Capítulo 18 El desayuno19 Capítulo 19 La tormenta20 Capítulo 20 La postura21 Capítulo 21 La negación22 Capítulo 22 La espera23 Capítulo 23 En contrarreloj24 Capítulo 24 El impulso25 Capítulo 25 La bofetada26 Capítulo 26 La mudanza27 Capítulo 27 Estoy loco28 Capítulo 28 El ósculo29 Capítulo 29 Nuevo jefe30 Capítulo 30 El pendiente31 Capítulo 31 Lo acordado32 Capítulo 32 El segundo33 Capítulo 33 El trabajo34 Capítulo 34 El cumplimiento35 Capítulo 35 Sin límites36 Capítulo 36 El fervor37 Capítulo 37 El portafolios38 Capítulo 38 Los sabores39 Capítulo 39 La cotidianidad40 Capítulo 40 Fines de semana41 Capítulo 41 El gimnasio42 Capítulo 42 La posición43 Capítulo 43 La intensidad44 Capítulo 44 El mes45 Capítulo 45 La ebriedad46 Capítulo 46 Las palabras47 Capítulo 47 La frialdad48 Capítulo 48 El nuevo49 Capítulo 49 Los hermanos50 Capítulo 50 El informe51 Capítulo 51 El deseo52 Capítulo 52 Los cuartos53 Capítulo 53 Los padres54 Capítulo 54 Los tragos55 Capítulo 55 La búsqueda56 Capítulo 56 El baño57 Capítulo 57 Lo que siento58 Capítulo 58 La empresa59 Capítulo 59 El atrevimiento60 Capítulo 60 La discusión61 Capítulo 61 En los cuartos62 Capítulo 62 Los enojados63 Capítulo 63 El papel64 Capítulo 64 La hoja65 Capítulo 65 El acorralamiento66 Capítulo 66 El instinto67 Capítulo 67 Ley del hielo68 Capítulo 68 La incomodidad69 Capítulo 69 La diosa70 Capítulo 70 El saludo71 Capítulo 71 Los estiramientos72 Capítulo 72 El dilema73 Capítulo 73 La comida74 Capítulo 74 Las compras75 Capítulo 75 El avistamiento76 Capítulo 76 El impostor77 Capítulo 77 La proposición78 Capítulo 78 Cita doble79 Capítulo 79 El espacio80 Capítulo 80 El reclamo81 Capítulo 81 El alzamiento82 Capítulo 82 Estoy loca83 Capítulo 83 El diálogo84 Capítulo 84 Platos fuertes85 Capítulo 85 El recorrido86 Capítulo 86 Edificio mirador87 Capítulo 87 Sin definición88 Capítulo 88 Nuevas posibilidades89 Capítulo 89 La voluntad90 Capítulo 90 El control91 Capítulo 91 La presa92 Capítulo 92 Nueva fase93 Capítulo 93 La conexión94 Capítulo 94 El cordero95 Capítulo 95 La llave96 Capítulo 96 Por poseerte97 Capítulo 97 El roce98 Capítulo 98 El acceso99 Capítulo 99 Sin retorno100 Capítulo 100 El espacio