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La Flor del Magnate

Capítulo 6 Los postres

Palabras:1245    |    Actualizado en: 25/01/2025

ta, aunque al mismo tiempo le ofrecía una sensación de calma inexplicable. La forma en que la había tratado hasta ahora era contradictoria a la imagen del hombre au

sin embargo, se movía a su alrededor como si tuviera un derecho natural sobre ella, como si todo esto fuera parte de un plan que ella desconocía. La extraña amabilidad con la que

algo que no podía comprender. Y en ese momento, mientras lo observaba, se dio cuenta de que, por mucho miedo y desconcierto que sintier

lir de su estado de trance y de su confusión-. ¿Por q

tender lo que estaba pasando superaba su miedo y su confusión. Mientras esperaba una respuesta, observaba cada movimiento de aquel joven frente a ella. ¿Quién era realmente? No lo conocía, o al menos eso creía. Sin embargo, h

hizo sentir aún más pequeña ante él. Su mente trabajaba a toda velocidad, tratando de recordar algún detalle, algún momento de su vida que pudiera darle una pista sobre quién era él, pero no encontraba nada. Era como si él estuviera jugand

o él. Era imposible que hubiera entregado algo tan íntimo a un hombre que no recordaba. Y, sin embargo, la convicción y la se

ó volverse denso, mientras se acercaba tanto que podía sentir su aliento cálido rozando su piel. Su

ven muy apetitosos y yo solo quiero degustarlos -dijo él con voz ro

e una manera que hacía temblar a su alma. En un acto reflejo se cubrió l

su presa, un cazador que estaba dispuesto a esperar el momento justo para atacar. No podía apartar la mirada de sus ojos azules, tan penetrantes y fríos, como si estuvieran desnudando su alma. Un escalofrío recorrió su columna vertebral mientras in

or de todo era que, por alguna razón que no comprendía, también había algo en él que la atraía de una manera que le resultaba incomprensible. Era como si estuviera bajo un hechizo, atrapada en una red

ios con nerviosismo le resultaba fascinante. A pesar de la confusión que dominaba su rostro, había algo en sus gestos que le recordaba a la Ha-na que había conocido tiempo atrás, aunque claramente

abía que ya había cruzado una línea con ese beso, y que había plantado algo en su mente. Ella ya no podría olvidarlo, ni a él ni a lo que había hecho. Esa era la

en silencio. Pero no tenía prisa. Entendía que la mente de ella estaba trabajando a su favor, tratando de recordar, de entender, de encontrar alguna explicación a lo que estaba suce

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