AMOR SALVAJE
endo solo mi instinto. Así fue como terminé en una parte del bosque cercana al pueblo, un lugar al que rara vez nos atrevemos a venir. Pero, para mi sorpresa, este paraje tien
usten y mi forma humana vuelva a tomar el control. Es un proceso tan natural para mí como respirar, au
a zambullirme en sus aguas. Sin embargo, justo cua
es mi te
os nacemos desnudos, ¿Qué puede ser más natural? Y aun así, su incomodidad con lo evidente es desconcertante. N
mos algo de ropa sencilla, adecuada para pasar desapercibidos entre ellos. La tela está algo áspera al tacto, pero e
si es extraño, las mujeres humanas no suelen andar solas, por lo que era poco probable este encuentro. Por escasos segundos sus ojos
. Salgo entonces y mientras sacudo mi cabello con los dedos, la descubro observándome. Tiene curiosidad, pero hay algo más al fondo de sus ojos, una chispa de deseo que no hab
alejarse poco después por el
s que me permiten disfrutar de su compañía en largas noches de pasión, pero reacciones
- - - -
er, se mezcla con el murmullo del arroyo. Mis ojos captan su figura al acercarse, cautelosa, como una criatura curiosa pero alert
esión parece caer ligeramente al no encontrarme. ¿Dece
jes? -pregunto, dejando que mi voz rompa
un tambor al borde de la batalla. Cuando finalmente se da la vuelta, sus labios, suaves y rosados, se entreabren, per
idad que admiro. Sus ojos, de un cálido marrón, me sostienen l
tando la distancia entre nosotros. Mi sonrisa se vuelve un poco más a
está del borde del arroyo hasta que pierde el equilibrio y cae. El chapoteo es abrupto, rompiendo la serenidad del lugar, y en cuestión d
a su alrededor para sacarla a la superficie. Sin embargo, en su descontrol,
orprendido de que no supiera nadar.-Si, estoy bien. Gracias
penas un susurro. Se aparta rápidamente, abrazan
bromeo, aunque no puedo evitar que mi mirada baje brevemen
se extiende por sus mejillas-. Debo irme. Es impropio
semidesnudo ayer? -pregunto con un
antes de girarse hacia mí, su mirada ahora ll
on un tono que intenta sonar severo pero que no lo
alabras son firmes, pero no hay hostilidad en ellas-. Además, debería tranquilizarse. Si quisiera aprovech
rece... reconocimiento. Las palabras que pretendía l
lta con una dignidad que parece querer reconstruir pieza a pieza. Se ocupa
cimiento involuntario bajo mi toque. Esa vulnerabilidad que no
-digo, con una sonrisa que parec
de lo que imagina. Busco algo de ropa de
Prometo no husmear-me mira
tímida, un fuego oculto tras esa vulnerabilidad que no he visto en ninguna otra.
mo ninguna otra l