AMOR SALVAJE

a mi hogar. Han pasado muchos años desde la última vez que puse pie en mi tierra natal. Aunque Inglaterra tiene paisajes bellísimos, ningún lugar s

paciencia en una de las pocas fuentes de refresco que comienzan a hacerse populares en este lugar. A mi alrededor, familias pasean de la mano, y grupos de joven

s departiendo entre risas y comentarios ocultos tras un abanico. Aunque las dos son a toda vista señoritas honorables y de famil

o ese es un tema que solo hasta hoy me atrevo a pensar. Al igual que todo hombre, sueño con un hogar lleno de hijos y una mujer amorosa a mi lado, pero indudablemente las mujeres más virtuosas son las de mi patria. Ade

ne un tobillo pequeño y delicado, como indudablemente debe ser el resto de ella. Sonrío a la par que mi corazón

entablar una amistad que pueda quizás desembocar en algo más grande.

s? -pregunto ahora detallando con ma

miran con

ido -responde sonriente y altiva sosteniéndo

r su majestad para la protección de nuestro amado territorio. Tengo un tiempo libre antes de incor

y tras intercambiar miradas con

e cuentas, somos primos -responde dejándome perplejo- le

rita Salomé -saludo cortésmen

ija menor de su tía Leticia. Han pa

elgada y llorona de antaño. Mi madre solía obligarme a jugar con ella y su

orpresa encontrarte aquí -respondo m

Aunque no tuve oportunidad de verla de nueva durante mi breve estancia en la capital, me aseguraré de buscarla en el pueblo en unos dí

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aunque trabajar aquí es más arduo, también es más gratificante al saber que protejo a mi propia gente. Al cruzar el umbral de la hacienda

yo, debido a mis juramentos, solo puedo compartir generalidades de mi trabajo. Aun así, veo en sus ojos el brillo de la felicidad por tenerme de regreso. Aprovecho la

comprometido? -

con expresión turbada-. Di mi palabra hace años. Rebeca está muy emo

¿Cómo pudiste hacer algo así sin consultarme

s, Rebeca es una joven encantadora, tan dulce y bondadosa. Dat

jer más digna del mundo. Pero soy un hombre y merezco

ré? -murmura

as me retiro enfurecido a mi habitación,