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Un jefe sin corazón

Un jefe sin corazón

Autor: Jo March
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Capítulo 1 Mi nuevo jefe

Palabras:1849    |    Actualizado en: 27/09/2024

RI

s atractivo que

s enmarcados por unos pómulos elegantes y definidos

a juego que llevaba resaltaba sus anchos hombros, el evidente bulto

ente lo que quería y que haría

arganta y haciéndome sentir aún más caliente. Mis ojos no se aparta

fruncidas. ¿Era yo o

ocía. Había visto una foto suya hacía unos meses. En el apartamento de mi ex novio

y tramposo de

el hermano menos atractivo. Suspiré, mordiéndome suavemente el la

cionara. A mí tampoco me gustaría que mi

el . Estiró un poco el cuello mientras sus ojos examinab

y golpeó la mesa con sus uñas cu

deb

invitarle

, le advertí mientras se levanta

n. La mejor manera de

Le tocó suavemente el brazo para llamar su atención y

la silla frente a mí. Y por el embriagador o

ar conmigo . Su voz era ronca y el

int

mueca. Una simple expresión que, en su rostro, era casi peligrosa. Sentí

del

ave. Antón , se presentó m

u mano áspera y callosa me hizo sentir un cosquilleo en el

s un placer

labios para reprimir un gemido ante la sensación. Si era capaz de hacerme reaccionar así c

aba desesperadamente que la mesa desap

Lo miró y frunció el ceño. ̶ Lo siento, pero t

é pe

rmosa . Me sonrojé ante el cumplido. ̶ Pero rea

orreo electrónico, cualquier forma de que se pusiera e

le sonreí tímid

billetes y los dejó caer sob

ace fa

antes, es

lejó, y mis ojos se quedaron fijos en su tras

La química entre vosotros es i

ad. Suspiré. Ah, bueno. Supuse que era lo mejor. Tenía un nuevo trabajo en el que cen

s pecaminosos con Antón esa n

o rascacielos de cristal. Me llevé el teléfono a la ore

iz negra, apreté el bolso y com

a oreja y pensé en hacerme una

léfono. El portero sonrió y me saludó al

o. Es bueno para ti. Será una buena distracción de... Hubo una

ombre . Entré en el despacho, sonreí a la recepcionista y me dirigí al ascensor. El interior de

tás s

ue quiero pensar en mi primer día. Lo único que me importa es este trabaj

ior al salario mínimo y un puñado de imbéciles sexistas como compañeros de trabajo. Había sido más

o hiciste. Er

lante de varios despachos. Había unas cuantas personas

l cómodo asiento de cuero y giré sobre mí misma. ̶ Gracias por el cumplido, pero la verdad es q

l director general de Meyer Enterprise. Mujeres inteligentes, con talento y multilingües con múltiples cer

de que no había ninguna posibilidad de que me eligieran para el pues

e nombraba nueva secretaria fue uno

ste tú la contratada . Hubo otra pa

último trabajo. Agradecí el cambio. La oportunidad de hacer algo más que memorizar pedidos de café y comprar panecillos. Otr

aquí para trabajar, Ana . Unos pasos pesados resonaron en el pasillo y otro suspiro

as un buen prime

Colgué y dejé caer el tel

elada. Hacía semanas que no lo veía, pero nunca olvidaría una

¿Antón ? ¿Qu

la misma sonrisa diabólica de antes y me flaquearon las rod

increíblemente sexy que había conocido en la cafete

escubrimiento, el latido de mis oídos se hizo más fu

no de Patrick . Sería una buena venganza

ecable chaqueta, y los pantalones perfectamente ajustados alargaban sus ya largas piernas. Su pelo seguía tan perfecto como el prim

a arriba. Sin duda me lo pas

nciar una respuesta, una j

so y la cara delgada. Tenía una tableta de pl

uenos días, señorita Butler . Me llamo Andrea y trabajo en Recursos Humanos.

mi nueva jefa. ̶ Y me alegro de volver a verle,

utarlo . Golpeó con un dedo uno de los botones de su traje y luego asinti

uesto, Sr

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