Un jefe sin corazón
̶ Bienvenido a Empresas Meyer . Estoy seguro de que va a disfrutar d
ró en su despacho sin
os golpecitos
edirlo al departamento de ventas, junto con el informe de ventas del año pasado. El Sr. Meye
esa y te presentaré a tus nuevos compañeros. Después, podrás
luego qu
espera lo mejor de sus empleados. Especialmente de su secre
TO
sa. Le eché un vistazo a la que tenía en la mano, pero nada de lo que leía me conven
suelo, frustrado. N
ba en la última planta del edificio, y desde allí tenía una vista despejada de la ciudad. El sol re
dad. Lo único que se oía era el canto de los pájar
nte estaba en las nubes desde esta mañana, desde que vol
a con un profundo suspiro. Su esencia
grandes ojos azules la hacían parecer inocente, aunque la sensual curva de su boca contaba u
adecuados. Mi pecho, mis abdominales, e incluso más abajo. El recuerdo d
r en mi nueva secretaria
sentí impotente desde el momento en que la vi por
umerables veces. Mi imaginación perversa y burlona. Esas imágenes habían disminuido un poco la semana pasada, pero
s cosas que le haría. Los lugares donde la tocaría y
errumpieron mis pensamientos
tas y la miré con falsa concentración. Una vez m
a garganta.
ceñía sus caderas redondas, una blusa azul suelta que dejaba ver la curva de sus pechos turgentes y unos
eras pronunciadas cuando entró en mi desp
a mujer sería sin
nces reparé en la carpeta verde oscuro
ue pueda ayudarla,
con una sonrisa sexy en
í con esa palabra en numerosas ocasiones, tanto en situaciones profesionales como
mente distinto en el que ella podría decir esa pa
he añadido algunas conclusiones más. Dejó caer la carpeta sobre mi escritorio y s
el terciopelo. S
me de ella. Se me escapó un zumbido de
la vista frontal. Desde donde estaba sentado, se me revelaba la parte superior de
y lo presioné contra la ma
late,
cería nad
e todos mis empleados . Mi mirada. bajó hasta sus labios y volvió a subir hasta sus ojos se
la lisa superficie marrón. Sólo podía imaginar el daño que esas u
de un susurro. Luego, atrajo sus labios entre sus die
isita silenciosa. Puso su mano sobre la mía y, con
en el centro de la mano. La sensación fue eléctrica. Inspiré temblorosamente. ̶ ¿Y
palabra. ¿Qué i
ios rosados. Deseaba, hambriento, sentirlo
amente , básicamente gimió l
Yo tampo
de pelo largo hasta los hombros detrás de la oreja. Una acción que no debería haberme parecido se
ó mucho. Rodeó mi escritorio y s
gas blancas de encaje. Arrastraría es
aremos juntos? , zumbó suavemente. Sus ojos se entrecerraron y sus largas pestañas rozaro
mbos lados de sus caderas. ̶ Estaré encantado de informarte de todo
nos y sus pechos se ele
para reclamar sus labios con los míos. Antes de que
uerta sin apartar la mira
or. Ha habido un avance increíble con el softw
spiré. Mi equipo de I+D llevaba semanas buscando una mejora. No podía
eunirme con é
a. Dejó que sus dientes bajaran sobre el delgado dígito con
omento. Preferiblemente pronto y en un lugar más privado. Después de todo, el trabajo es lo más importante, y rea
cilidad con la que había entrado. No podía