Un jefe sin corazón
, ni Soso, ni ninguno de los otros
la voz. ̶ Sé que me echas de menos. Sé que quieres que vue
io con un suspiro aburr
So
ue hiciste. De lo único que te arrepientes es de que te pillara con las manos en la masa;
digas
e mandes mensajes. Déjame en paz de una puta ve
e capullo. Me quedé despierta pensando en él. Deseaba. No
tás b
Estaba de pie junto a mi mesa, guapísimo con un traje azul oscuro de tres piezas. Ten
llegado? ¿Cuán
Lo siento, no me di
con la mano. ̶ ¿S
bien. No s
Parecías altera
ra de preocupación, le sonreí para asegurarle que estaba bien. ̶ Hablo e
problemas personales se ponen feos, sabes
agradecida. ̶ Por sup
te de los hombres con los que había estado. Definitivamente diferente de Patrick . Antón era otro tipo
TO
. Estaba sentada en su escritorio, tecleando furiosa
, pero por mucho que le preguntara, seguía insistiendo en
enía los labios fruncidos y la mirada concentrada en la pantalla del
e sexy, sino también inteligente. Los informes que elaboraba para mí, la precisión con la que los recopilaba y l
a como hermosa. Lo cual decía mucho ten
e sus pechos. Llevaba el pelo castaño retirado de la cara
lo. Era suave al tacto y los mechones ca
aba al chocolate negro. S
. Cogí la cartera y las llaves y salí d
cía que siempre tenía una sonrisa para mí. Hecho que agradecí. La c
revolotearon a su reloj y luego de n
u escritorio. ̶ Y sería u
yer . Estoy muy ocupada con este informe en particular
que tengo que insistir en que me acompañe. Necesita un descanso. Ha estado trabajando duro toda la maña
-su voz se convirtió en un susurro-, nada me gustaría má
untad irme a almorzar con usted todavía trabajando. Así
orden o un
u cara y sonreí satisfecho. ̶Es simplemente una sú
Ah,
Mu
De acuerdo. Ya que me lo suplicas, s
uardando su trabajo, y luego se levantó. Cogió la ameri
la am
ligeramente hacia delante para dejarme ver sus
ada, contemplé sin pudor s
as manos en la chaqueta de mi traje. Como si tuviera todo el tiem
s delicados dedos a través de la tela de mi camisa de seda. Tragué saliva c
eta y la tuvo en sus man
cho
s ojos se clavaron en su derrière perfectamente redondo. Lo q