La madre de mi novia
e una moderada tarima. Había una pequeña multitud de periodi
studió literatura por su amor y pasión por las letras. Sin embargo, luego tuvo la idea de fundar su empresa. En el pasado creaba sus propios mundos, pero solo se quedaron en borradores que nunca vieron la luz. En la actualidad, se dedica solo leer novelas en su tiempo libre y lo de los cientos de manuscritos que enviaban. Sumergirse en las historias que podían llegar a imaginar otros autores era un privilegio, así com
a y en soledad, como si la monotonía de los años la hubiera alcanzado. Además, a eso le sumaba el incremento de la frecuencia de leves migrañas que solo la fastidiaban en su casa y en su trabajo. Era como si de repente hubiera perdido el ánimo de hacer las cosas, tanto a nivel laboral, como en lo personal. Ya nada la sorprendía, la emocionaba o la hacía sentir viva. Al contrario, estaba cansada, desanimada y hasta le dolían alguna
ntenía un rostro joven, que era acompañado por su carisma y por su cortesía. Tenía un aura accesible, en el que cualquiera tendría la confianza de acercarse a hablar con ella, sin necesidad de que se conocieran. Debido a su embarazo, había aumentado la talla de sus virtudes, pues gozaba de caderas más anchas, cintura angosta, glúteos r
ros, en los que a veces utilizaba con faldas amplias, medias negras, y justo en este
presentada. Era Lexi Witt, su amable secretaria-. La pres
eada. Además, desde que había estado en el evento había tenido un ligero dolor de cabe
ena? -preguntó Lexi al notar el
no neutralidad y sonrió con normalidad-. Ya
y rico, así como su señora, por lo que le gustaba imaginarlos como pareja-. Ya sabe, así podrá hablar con él. -Los ojos oscuros le brillaban de
e las ocurrencias de su joven secretaria-. No estoy interesada en nada
i, contenta-. Enseguida lo hago.
chica, que resplandecía de la emoción-. La fech
tán revisándolos -contes
eccionar las novelas con potencial para ser publicadas. Sin embargo, le generaba gusto leer la mayor can
para leerlos, ¿cierto? -c
or sup
el ojo a su jefa-. No se lo diré a los editores. Ahor
. Entró a su oficina, todo estaba en calma, pero al sentarse en su silla, volvió a experimentar una molesta jaqueca. Observó la hora en su reloj de mano. Esperaba completar su día laboral con normalidad. Sin embargo, de
Helena, avisando a su secre
z que resonaron las campanas del destin
conscientes de todo lo que trabaja.
ido marcharse, pero la molesta situación la obligaba a ausentarse por e
adolescente era cuando mayor se disfrutaba y en ese periodo, era donde se manifestaba con mayor ímpetu, como un deseo desenfrenado de experimentar el amor, porque a todos nos gusta amar y ser amados. Pero, su tiempo ya había pasado, y solo le faltaba envejecer, para que culminara el ciclo de su vida. Había sido feliz, se había enamorado, se había casado, había tenido una hija y a su edad tenía un trabajo estable. Ya era una mujer realizada, a la que no le hacía falta nada. Entonces, ¿p