DOCE PARA LAS DIEZ i
lvidar como l
risa de tus labios tuve suficien
ía y luego correr hacia la estación con dirección a la universidad, la había dejado cansada. Era un rit
d, pero el estudiar y trabajar era algo que seguía provocando un terrible estrés y ansiedad, ¿Quién paga esas
también danzar, entre sus materias, había elegido llevar danza, solo un curso, para probar, no necesitaba nota, era su forma de liberarse y tratar de m
o se iba corriendo a su clase de dibujo de naturaleza muerta, traspirada y con dolor
una sonrisa al ver a su profesor frente a ella, admirando el boceto que
cando mucho, prof
que sí. ¿Cómo
ros con mi sello me han salido mejor -la chica sonrió-. H
ndar corriendo, me sorpre
mó su celular y luego salió corriendo, hizo como que abrazaba sus pech
l poder subir, tomar un asiento y llegar a casa. Seis y veinte estaría por
ías cuando se acercaba la hora, se ponía así. Y ¿Cómo no? Ella había estado saliendo cada noche con la excusa d
la atracción ha
su mesa y sacó el pequeño caballete, colocó un nuevo bastidor y al costado su cajón con
tar, dejó el lápiz a un lado y sonrió viendo a su amiga lleg
pasar tiempo en e
osa nos sa
al las
spués de eso, la conversación fue trivial, comieron algo y avanzaron con sus re
así que había adelantado algunos trabajos y luego había dormido, ya no recordaba la última vez que durmió más de nueve horas, como dese
. Ambas se sentaron afuera de su casa con una botella de vino y dos copas, mañana entraban tarde a clases, así que no les vendría mal relajarse y dejar el estrés aun lado. Chocaron sus copas y Alondra levantó
noche! -Alondra apret
nunca en su vida había visto sonrisa tan bonita. Su cabello lóbrego era estrujado por una gorra, la playera a
eón Fleiderman era porque Caro le había preguntado a uno de los ayudantes, había deseado saberlo desde el inicio e incluso con su amiga le habían inventado nombres,
e que parecía que en cualquier momento se escaparía de su pecho para ir en busca de León, pedía a gritos el ser calmado o en todo caso de darle cuerd
calentándose aún más, mordió su labio inferior avergonzada escuchando la música de fondo que su amiga había puest
tura. Masajeó con fuerza y rapidez, para después soltar un chillido que fue amortiguado con el agua de la ducha y la música en la sala, jadeó y pegó su frente a la cerámica
usta
los ojos para recordar la sonrisa de aquel hombre que le empezaba a ro
era Nicolás quien le encantaba, aunque León era muy atractivo, era para su amiga-.
mbas dormían en la misma habitación pero en diferente cama. Esa noche ninguna podía dormir, cada una era p
lmazos a diestra y siniestra, Caro gruñó enterrando su r
rra el pico! ¡
los aspíreles contra aquellos detestables bichos, rebuscó
a co
puso una blusa, arregló su cabello y se giró viendo a
a esquina, gracias a dios aún estaba abierta, pero ya a punto de cerrar, el
ha tembló, era mucho más alto de lo que parecía a lo lejos y más musculoso, ¿Cuánto medía? ¿1.90? ¡Eso no importaba ahora! León dejó la caja en el suelo y se quitó la gorra que aplastaba su cabello y la volvió a po
onca caminando hacia la joven, Alondra se puso de pie con rapidez y forzó una son
o supo de donde salió tanto valor, León soltó una carcajad
ver de cerca unas pequeñas manchas en su rostro, pero aquello lo hacía ver más sexy, aquella barba espesas rodando su quijada, su cabello que no tenía ta
aron y al ver una pequeñas patillas al filo de sus ojo
ó de inmediato, la barba picó pero le gustó y pudo sentir su pecho duro junto al suyo. Quiso calmar su respiración cuando León se separó y le echó un vistaz
o por alguien real, alguien que veía en la calle, alguien que vestía sencillo y trabajaba mucho. Jadeó cuando se acercó aún más pegando su pecho cont
cuando tuvo que pagar el espiral. Ni bien salió de la tienda lo presionó contra su pecho y apresuró el paso, debía contarle a Caro, debía hacerlo, pero sus planes se vieron interrumpidos cunado lo v
enderezó y una sonrisa tr
u mejilla, acariciando con suavidad, la muchacha gimoteó y él ya no pudo resistirse, pegó su cuerpo y rodeó su cintura levantándola un poco para después estampar sus labios contra los suyos y morderlos, lamerlos, mordisquear hasta que la muchacha entre abrió
emblaba entre sus brazos, siguió bajando recorriendo con su boca con su cuello hasta que llegó hasta las comisuras de sus pechos los cuales solo estaba cubiertos por una blusa, é
pesara absolutamente nada, en aquellos momentos no le importaba que estaban afuera de su casa, y mucho
ó y el cuerpo de la joven se calentó, pero en ese momento odió
s un v
de tus amigos! -siseó León ofendido, acomodándose la ropa y dando un paso hacia atrás. Ning
o tirando hacia él pero la joven se soltó y estrelló la puerta en su cara, el hombre gr
é les
encuentro como