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DOCE PARA LAS DIEZ i

Capítulo 3 HAMBRIENTO

Palabras:1833    |    Actualizado en: 08/05/2024

que te

is muslos mientras h

desesperación y al final t

en el i

mbas le regalaron una sonrisa, pero fue la niña que bonitos labios que descaradamente levantó la mano y lo saludó. Lo traía loco, desde hace mucho tiempo había deseado besar esa boca, follarla y que d

y luego al lugar donde vivía, no era uno caro y mucho menos con vigilancia a lo que aquella pri

ros, bajó la mirada a sus labios y sin poder evitarlo tiró de ella atrapando su boca, mordiendo aquellos carnosos labios para después pasar la lengua por estos. Suaves, deliciosos como una fruta prohibida.

s pri

ios se desvaneció, sonrió tomando el casco de la moto y guiándola dentro del e

rente a ella y tomó su rostro entre sus manos, vio cómo se estremeció a

mano, acariciando su mejilla y viendo como su cuerpo temblaba, como su respiración se aceleraba-. Ellos están sobrevalorados, creo que

o más sexy y caliente que en su puta vida había escuchado. Dejó de reír y sus ojos se oscurecieron de deseo por ella, la barrió con la mirada

o, limpio y con algunas comodidades. La vio recorrer las estanterías que estaban con pequeñas motos y autos clásicos, la vio detenerse frente a una pintura donde había una pareja desnuda, do

s y no callosas como las suyas, seguramente algunos admiraban el arte y ella los había presentado con sus padres. Lo supo desde que la vio, todo en ella gritaba que era una niña de casa y él

León no la dejó procesar las palabras, mucho menos que empezara a pensar que estar ahí en su departamento er

la penetro, recorriendo cada parte de su boca para después terminar danzando con su lengua, ella era inexperta, como si nunca en su vida haya sido besada con desesperación y deseo. El ho

s recorrer la curva de su trasero y luego aquellas piernas, siguió bajando la boca y los rozó por las comisuras de sus pechos escuchándola gemir y arquearse para él. No esperó más, y la apretó aún más a su cuerpo empezando a camina

olo

y lanzándolo en alguna parte de la habitación, la vio recorrerlo con la mirada y morder su labio, se removió

una que lo había tentado desde que

caliente por él. Subió y rozó su boca por su vientre, lamiendo las pequeñas líneas que tenía ahí que la hacían mucho más hermosa, recorrió con su lengua su cadera escuchándola gemir e incluso soltar a

rasero, retiró con lentitud el pantalón arrojándolo al mueble de la esquina, el hombre despegó los lab

ró con la voz ronca y

ital

inarse con cuidado, recorriendo su rostro con la mirada, observando cada parte que de alguna manera lo puso nervioso, era un hombre seguro, s

grandes que eran, como los pezones marrones estaban endurecidos invitándolo a pecar y así lo hizo. La recostó nuevamente y sin pedirle permiso bajó la boca tomando un pezón en su boca, lamiéndolo con desespe

mido ruidoso, sensual que mandó corrientes eléctricas a su entrepierna que pedía atención aún más siendo ahorcado por los bóxer negros que llevaba. Juntó sus pechos, rozando los pezones

da! ¡Ella ol

su piel y besando cada marca que poseía, la vio cubrirse sus ojos, vio el color en su piel y supo c

golpes y casi rió al ver como sus bonitos labios temblaban. Estaba avergonzada-. Eres sexy nena, caliente y eres causante de que mi miembro

a, León rió porque supo que esta vez no era insulto-.

más fiore -dejó un beso en su boca, uno tierno que lo sorprendió a él, porque un tipo

as con timidez, pero él se lo impidió. Quitó la ropa interior e inhaló exageradamente, recogiendo su aroma para después abrirle las pier

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