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DOCE PARA LAS DIEZ i

Capítulo 2 ÉL ARDE COMO EL INFIERNO

Palabras:1717    |    Actualizado en: 08/05/2024

apartar la

esear que seas do

on fuerza mi pecho,

uiero que se acerque y su atenc

n su hombro, Alondra gimió y tiró de la chaqueta negra que la cubría del frío d

salir a la calle y verlo pasar, Caro lo había hecho y dice que la había saludado con aquella sonrisa tan hermosa que tenía. Si, hac

a atención de la gente que salía de la estación, maldijo entre dientes y molesta la empujó pero eso ca

a su lado y volvió a resoplar-. Vamos tonta, ya llegará la oportunidad de que lleg

a el h

musculoso te gusta -apuntó su amiga y la m

o de chico qu

cos inteligentes con los que has estado han sido unos idiotas, mira

a arruinado una larga temporada, fue un canalla y aun a veces los recuerdos de aquella relación toxica la envolvía y l

upone que deb

te Caro cambió de conversación y aquella tensa conversación se olvidó. Tenía libre ese día, y en la universid

reunión y habían jóvenes, como ambas no tenían nada que hacer aceptaron. A minutos de las diez los tres estaban afuera riéndose cuando él pasó, los ojos oscuros de

londra pudo ver su sonrisa, la misma que tenía cuando le devoraba la b

ortos sorbos a su trago y miraba alrededor hasta que a media noche sus ojos cayeron en el hombre que ingresó a la casa. No llegaba gorro y mucho menos una playera sin mangas, tenía el cabello peinado, una camisa roja de cuadros y encima una chaqueta de

n León que saludaba a las personas ahí, todos lo conocían aunque él no viviera por ahí, todos lo invitaban incluso las mujeres, ellas de su edad que lucían vestidos apegados r

ndra parpadeó viendo a su amiga-. Vas a ponerte

s -frunció el ceño y su

él te seguirá y

? -arrugó la

Alondra río poniéndose de pie, arregló su cabello y se puso de pie lanzándole una mirada a él

estar con ese tipo

qué no le dices a Caro también? -su amigo la obs

ond

galó una sonrisa caminando hacia el baño, mirando de reojo sus pies y repitiendo: punta

n más cuando la puerta se abrió e ingresó León. La joven lo miró por el espejo y se ordenó cerrar la boca para no babear, se giró con lentitud y apretó

en la blusa que hacía relucir un escote tremendo, el arqueó una ceja y la observó, la jo

o que te d

a hacia atrás para poder observarlo bien-. No es nada que no sea verdad, soy un vulgar por quere

ió subiendo las manos para dejarla en sus brazos y apretarlos ante la corriente que recorrió todo su

su cuello, la muchacha se arqueó dejando caer la cabeza hacia atrás y él aprovechó para repartir besos hasta que su rostro quedó frente a sus pechos grandes, pasó la lengua

ami

stro para rozar sus labios, la muchacha se inclinó p

, húmeda y deseosa, ¿Pero qué le sucedía? a los veinte uno había perdido su tarjeta V, y luego solo había estado tres veces con ese chico, después de eso, nada. Se había dedicado

plasmada en los labios, vio a su amiga sonriendo como el gato de Alici

como has

di

rnas -señaló entre risas para después inclin

, cualquier cosa

dole con malicia, Alondra tomó su celular y empezó a caminar a la salida pero nuevamente Richard

gustaba. Salió de la fiesta y el aire otoñal la golpeó

on aquellos ojos. Asintió y se acercó tomando su rostro entre sus manos, la observó para después tomar su boca con rudeza, mordi

na de confort, ¿Estaba s

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