Para acercarme más a ti
Joshua rompió el incómodo silencio que se había apoderado de la mesa. "Mamá, solo llevamos dos años de casados. No queremos un hijo todavía", le explicó con gentileza.
Lyla no participó en la conversación. Bajó la cabeza y fingió concentrarse en su plato, pero un toque de amargura brilló en sus ojos. ¿Él no quería un bebé? ¿O solo no quería tener un bebé con ella?
Maureen sabía que había hablado de más, pero Joshua era el único hijo de la familia Harvey y Lyla era la única hija de la familia Moreno. Por ende, ambas familias esperaban ansiosas un heredero. La mujer se mordió los labios y trató de persuadirlos, pero su esposo le dirigió una mirada de desaprobación.
Sabiendo que era una batalla perdida, suspiró: "Entiendo que quieren disfrutar su vida de casados por más tiempo, pero deberían considerarlo...".
Al acabar la cena, Lyla se puso al día con sus suegros. No salieron de casa hasta las diez y media de la noche.
La mayor les pidió que pasaran la noche allí, pero la pareja rechazó su invitación casi de manera sincronizada. Joshua le explicó que debía atender una reunión importante en la mañana y que los documentos pertinentes estaban en su casa. Ante tal excusa, Maureen tuvo que dejarlos ir.
Lyla bostezó tan pronto se subieron al auto. Se recostó en su asiento y cerró los ojos mientras el ligero zumbido del aire acondicionado la adormecía.
Justo cuando estaba a punto de quedarse dormida, Joshua dijo a la ligera: "Después de esta noche, Nathan no volverá a poner un pie en Cleopatra".
La declaración la sacó de su ensoñación y se volteó a verlo.
Las luces de la calle iluminaban su perfil con un brillo cálido. Desde su nariz prominente hasta su mandíbula cincelada, su rostro parecía una obra de arte.
Entre tantos motivos, ella había elegido a Nathan porque era bastante guapo, sin embargo, no se comparaba con el hombre que estaba a su lado.
Joshua tenía una buena apariencia, buenos antecedentes familiares y dinero. Era de temperamento amable y tranquilo, algo muy difícil de encontrar en los círculos que frecuentaban.
Si no fuera por el hecho de que sus madres eran mejores amigas y antes de morir, su madre la había confiado al cuidado de Maureen, no habría podido casarse con él. Prácticamente era inalcanzable.
"Y no vuelvas a provocarme de esa forma. Tus artimañitas fueron bastante estúpidas. Aunque no lo creas, mi paciencia tiene un límite", agregó dedicándole una mirada fría.
Lyla solo sonrió ante sus amenazas. Pensó que no le había importado que le pagara a un gigoló con su dinero. Después de todo, él no la amaba y si podía buscar diversión en otras mujeres, ella también tenía el derecho.
¡Cómo se había equivocado! Su esposo simplemente había estado esperando la oportunidad perfecta para echárselo en cara. ¿Quién diría que le tomaría tres meses?
Pensándolo bien, tenía sentido. Joshua Harvey era capaz de hacer algo así.
Era como una bestia al acecho que esperaba a que su presa bajara la guardia antes de atacar con fuerza.
Él no perdería el tiempo en tontas discusiones. En cambio, estaba dejando al descubierto los verdaderos colores de Nathan para que ella tuviera bien en claro a quién había elegido. Con eso, la llevaría a querer terminar la relación por iniciativa propia y el problema se solucionaría de una vez por todas.
"Tal vez estás demasiado aburrida… Y mi mamá tiene razón...", dijo de repente.
La chica suprimió un escalofrío. "¿De qué estás hablando? No me digas que te refieres a... ¿A tener un bebé?". ¡Ridículo!
Después de una pausa, Joshua susurró suavemente: "Si quieres un hijo, puedo darte uno".
No necesitó que él le dijera nada más para entender a qué se refería. De repente, los sentimientos que ella había estado reprimiendo toda la noche llegaron a un punto crítico. "¿Te refieres al niño que vive en el número 14 de la calle Springton?".
La residencia de la familia Harvey no estaba lejos de su mansión y llegaron en pocos minutos. En cuanto él estacionó el auto, Lyla respiró hondo varias veces en un esfuerzo por calmarse… Pero era inútil. No podía manejar la ira que llevaba meses gestándose en su interior.
"Señor Harvey, aunque nos obligaron a casarnos y no albergamos ningún sentimiento el uno por el otro, eso no significa que estoy dispuesta a criar al hijo de otra persona. Si quieres que el niño viva en esta casa, solo tienes que firmar los papeles del divorcio. Piensa en todas las posibilidades: serás libre y no solo podrás traer al niño, sino también a su madre".
Al terminar, salió del auto haciendo uso de toda la dignidad que le quedaba. Entró en la casa sin mirar atrás, pero escuchó el sonido del auto arrancando detrás de ella. Joshua no tenía intención de quedarse.
¿Por qué ellos no podían pasar la noche en la residencia de la familia Harvey?
Lyla negó con la cabeza. Durante los últimos tres meses, él pasaba sus noches en compañía de otras personas en el número 14 de la calle Springton. Ese era el verdadero motivo por el que rechazó la invitación de su madre.