Para acercarme más a ti
Ya habían pasado unos meses desde que Lyla le había pedido el divorcio, pero la actitud indiferente de Joshua dejaba en claro que no pensaba hacer nada al respecto. Él actuaba como si todo estuviera bien y no estuvieran en el fondo del abismo. Tal vez era un plan para que ella se cansara y optara por dejar el asunto en el olvido. Inesperadamente, la charla tan necesaria llegó tres meses después, cuando fue traicionada por su amante.
Y lo peor de todo fue que empleó un tono sarcástico al referirse al asunto.
Sin embargo, ella no iba a permitir que le pasara por arriba. Miró sus uñas recién arregladas y deliberadamente trató de provocarlo: "Al menos, él es bueno en la cama. Tú, en cambio...".
Sus palabras no despertaron nada en él. Solo la miró fijamente, sin inmutarse por el insulto a su hombría.
Por supuesto, esa provocación podría haber funcionado en otros hombres, pero Joshua poseía un carácter tranquilo y sereno.
Y por eso ella quería dejarlo. ¡Era tan aburrido! Parecía que nunca iba a perder el control de sí mismo. Ni siquiera se inmutó cuando ella le preguntó como una loca quién vivía en el número 14 de la calle Sprinsgton, o cuando le exigió el divorcio.
Lyla frunció los labios y no dijo nada más. Su marido ya se había divertido mucho ese día. Y no quería seguir entreteniéndolo.
Así que simplemente volvió la cabeza y miró por la ventana. El paisaje no le resultaba familiar. Frunciendo el ceño, le preguntó: "No estamos yendo a casa, ¿verdad?".
"Papá y mamá nos echan de menos. Me pidieron que cenáramos con ellos", le explicó con paciencia.
Ahora entendía. Con rapidez, sacó un pañuelo, removió el labial rojo de sus labios y luego tomó otro de su bolso. El nuevo labial era de un suave color rosa, lo que la hacía lucir más reservada y gentil.
En poco tiempo, el auto se detuvo en la residencia de la familia Harvey. Un sirviente se acercó trotando para abrirles la puerta y darles la bienvenida. En un gesto casual, Lyla deslizó su brazo alrededor del de Joshua. Los dos intercambiaron miradas de complicidad y entraron en la casa como toda una pareja de enamorados.
"¡Llegamos!", ella anunció alegremente.
"¡Lyla! ¡Por fin estás aquí!". Cuando la madre de Joshua salió de la cocina, la chica corrió a su abrazo.
Maureen la recibió con gran placer, ya que le encantaba su comportamiento cariñoso. Miró a su nuera de arriba abajo y frunció el ceño. "Hace mucho frío, ¿por qué llevas ropa tan delgada? Y tus manos están congeladas… Joshua, estoy decepcionada. ¡Deberías cuidar más a tu esposa!".
La chica parpadeó de manera inocente. "Él es un hombre ocupado. No tiene tiempo para cuidarme".
Joshua le dirigió una sonrisa amable: "Te llevaré a ver la aurora boreal cuando termine con el trabajo. Siempre has querido viajar a Islandia, ¿verdad?".
Lyla sonrió con alegría.
Maureen suspiró satisfecha. A sus ojos, su querida nuera e hijo se amaban incondicionalmente.
El padre de Joshua, Kameron, era un hombre serio y poco demostrativo, pero los recibió con una sonrisa cálida, ya que hacía mucho tiempo que no los veía. "Sentémonos. Falta poco para la cena. Maureen les preparó unos platos especiales. Tendrían que empezar a venir más seguido".
La muchacha sonrió sorprendida y le dijo a la otra mujer: "¡Oh, Dios mío! ¿De verdad? ¡Qué bien! Ya no recuerdo la última vez que probé tu comida casera. Realmente la extrañaba. ¡Gracias!".
Lyla se sentó junto a su suegra y la felicitó por su mano en la cocina.
Ocasionalmente, también le pidió a Joshua que probara algunos platos, a pesar de que ambos sabían que no eran sus favoritos. Él levantó la vista hacia ella, pero la chica actuó como si no viera el problema. Por supuesto, lo estaba haciendo a propósito.
Joshua se encogió de hombros y probó la comida que su esposa le había recomendado.
Luego, se enfrascó en una charla con su padre. Cuando mencionó que un gran proyecto estaba a punto de completarse, Kameron asintió con satisfacción.
"Recién mencionaste que llevarías a Lyla a Islandia. Creo que es una idea maravillosa. ¿Recuerdan lo que pasó en su boda? Estábamos tan preocupados por una cooperación en el extranjero que tuvieron que dejar de lado la luna de miel. Ese viaje podría compensarlo".
"¿Y quién sabe? Tal vez vuelvas a casa embarazada", Maureen le guiñó un ojo. "Eso es lo que esperamos yo y Kameron".
Lyla estaba tan sorprendida por sus palabras que se le cayó el trozo de carne que iba camino a su boca. Levantó la cabeza y captó el momento justo en que su esposo frunció el ceño. Sin embargo, al segundo siguiente, este recreó su expresión sosa e indiferente de siempre.