Para acercarme más a ti
"Divorciémonos", le pidió.
A lo que él respondió con el silencio. Intercambiaron miradas desafiantes.
Y ella se sintió maravillada al encontrar su vívido reflejo en los ojos profundos del otro. Tomándola por sorpresa, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la giró boca abajo. "¡Qué crees que estás haciendo!", protestó la mujer entre gritos.
Él la dejó en la cama, enderezó el cuello de su camisa y le dijo con calma: "Deja de decir tonterías. Sherry ya nos ordenó algo de comida. Comamos juntos".
Lyla miró el candelabro y dijo en un estado de letargia: "¿Cómo puedo bajar luciendo así? ¿Has visto mi cara?".
"Les ordenaré que traigan la comida al cuarto, entonces", determinó mientras se acercaba a la puerta. Al llegar allí, le habló con cierta vacilación: "¿Alguna vez…?".
"¿Qué? ¿Alguna vez qué cosa?", le preguntó curiosa.
"¿Alguna vez has considerado las consecuencias de perseguir un auto?", le preguntó con calma.
La muchacha arqueó las cejas. ¿No habían discutido ese asunto la noche anterior?
"¿Qué habrías hecho si el conductor no te hubiera visto? ¿Y si no frenaba a tiempo? ¿Qué habrías hecho si aparecía un tercer auto?", continuó sin esperar su respuesta.
Lyla se tensó y contuvo la respiración ante su tono agresivo.
Algunos individuos poseían una presencia dominante, capaz de infundir pánico a su paso, incluso si no estaban enojados. Joshua era ese tipo de persona. Al encontrarse en una posición de poder, tenía la autoridad para tomar decisiones que a veces la intimidaban.
La mujer frunció los labios y se puso de pie para no sentirse en tanta desventaja. "Sé lo que estaba haciendo".
"¿Eso crees?", inquirió el otro.