Los gemelos idénticos Johan y Eric Roux Morin, cumplirían sus veintiocho años, Johan, hacía tres años se había graduado de la carrera de administración de empresas y había asumido el control de los negocios de su padre Lionel Roux Leclair, propietario de los reconocidos hoteles Luxor e Imperial, de los famosos restaurantes La Gioconda y Terra Nostra y de los exclusivos bares Fénix y La estación; además, Johan era el propietario de la empresa Proyectos Arquitectónicos Roux y asociados, mientras su hermano Eric, un joven que a los trece años termino sus estudios básicos en un colegio para jóvene
s excepcionales, a los veintidós años era uno de los mejores y más jóvenes Neurocirujanos de Francia; había dejado de lado su profesión después de perder una joven paciente en su mesa de cirugía y solo se dedicaba a fiestas y mujeres.
Cuando Johan llego a casa la de sus padres donde solo vivía su hermano debido a los constantes viajes de su padre, toco la puerta de la habitación de su hermano y siguió con la voz somnolienta de pase; en la cama aun desnuda y envuelta en una sábana estaba quien aparentemente era su novia, pero Johan no se sorprendió, sabía que era la prueba para demostrar que una mujer no era la adecuada para él porque jamás diferenciaría entre su hermano y él – Eric, papá llegara en una hora, tenemos que esperarlo en el estudio – aquella mujer se sentó de golpe en la cama cubriéndose con la sabana totalmente aterrada - ¡Johan! – él estaba inexpresivo mientras su hermano solo se removía entre las sabanas – no es lo que piensas, yo solo me confundí – Eric se sentó en la cama con una sonrisa malévola – no tengo nada que pensar – respondió Johan y salió de la habitación.
Una hora después, los hermanos estaban en el estudio de aquella casa esperando a su padre – te lo dije, esa chica no era para ti – murmuro Eric y Johan no volteo la mirada hacia su hermano – me alegra mucho verlos muchachos – escucharon a su padre aparecer por la puerta, Eric abrazo a su padre y Johan solo hizo una forzada mueca de sonrisa fingida.
Una mujer mayor se acercó a ellos y les extendió bebidas – es hora que sienten cabeza, quiero que se casen – ordeno Lionel, Johan abrió los ojos y Eric sonrió – sexo todos los días sin el esfuerzo de tener que conquistar a nadie o pagar; me gusta – bromeo Eric – Me gusta tu optimismo porque la herencia del abuelo depende de eso – Eric abrió los ojos con asombro – es la condición que está poniendo el abuelo para que sus únicos nietos hereden o repartirá sus bienes en vida a quien él decida – Johan se levantó abruptamente – es absurdo, no nos puede poner ese tipo de condiciones – se sentía su enojo en la voz - tienen un año – concluyo Lionel – al misógino de mi hermano no lo veo con una novia, menos con esposa – bromeo Eric y Johan bajo la mirada - ¿es todo? – pregunto Johan, Lionel asintió con la cabeza y Johan camino a la puerta donde lo esperaba su amigo de infancia, confidente y chofer Luka – vamos, tengo algo que hacer – ordeno Johan - ¡Luka! – Grito Lionel y Luka camino en su dirección, hablaron en secreto unos minutos, Luka asintió con la cabeza y camino hacia Johan - ¿ocurre algo? – interrogo Johan, pero Luka negó - nada importante – suspiro abriendo la puerta para que su amigo subiera al auto.
La casa de Johan era bastante amplia, tenía tres grandes habitaciones con su respectivo baño en el segundo piso, una de ellas tenia balcón que daba al exterior de casa y otra habitación que era la ocupada por Johan; en el primer piso contaba en la entrada con un pequeño cubículo donde debían quitarse los zapatos quienes entraran allí y ponerse unas pantuflas que estaban cubiertas por un plástico y eran debidamente desinfectadas en cada uso; el estudio estaba a la izquierda y a la derecha una amplia sala de visitas, el comedor amplio que estaba separado de la cocina por un mesón de desayuno, había una puerta que daba al jardín donde en forma de cabaña había un acogedor salón y al fondo de aquel enorme jardín había una habitación tipo cabaña para huéspedes.
Había habilitado el sótano como gimnasio personal, un lugar totalmente desinfectado solo para él y con una ducha, para poder lavarse tan pronto terminaba con sus rutinas y desinfectar aquellos gérmenes y bacterias que, según él, se quedaban con el sudor.
Toda la casa de Johan era aseada cuatro veces al día debido a su misofobia pero solo lo hacían dos mujeres, una de edad madura, su ama de llaves, en quien Johan confiaba ciegamente y la segunda más joven de entera confianza de su ama de llave; nadie entraba a su casa mientras él no estuviera y todo el que quisiera ingresar debía seguir el protocolo de higiene de la entrada.