Novia del Señor Millonario
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
Los Mellizos del CEO
El dulce premio del caudillo
El réquiem de un corazón roto
Yo soy tuya y tú eres mío
El gran regreso de la heredera despechada
—Quítate los lentes y suéltate el cabello. —Me dirige mi jefe mientras nos encontramos en un cuarto de hotel—. Me preparo primero y luego entras tú.
Asiento tímidamente y él se direcciona al baño a darse una ducha.
Mi cuerpo está temblando completamente y no es porque no quiera, he vivido amando a mi superior durante mucho tiempo, siento que esto pareciera que no es real.
Creo que estoy tan ebria, que mis sentidos bajos van en aumento, por lo que ni siquiera siento vergüenza al estar aquí.
Mi tonta petición obtuvo resultado, no lo comprendo, pero si esto es un sueño estoy dispuesta a llegar hasta el final.
Me quedo de pie en medio de la habitación observando cada detalle, es un ambiente muy lujoso y altamente sofisticado, nunca imaginé algún día encontrarme en un lugar de tal alcance y mucho menos solo para tener sexo.
Desato mi cabello que se encuentra en un moño como me lo indicó, guardo mis lentes en mi cartera y dirigiéndome hacia la cama, tomo asiento pensando en la razón de porqué él aceptó.
Todo es confuso.
Quiero decir, no soy hermosa ni atractiva. Mi cabello hasta el hombro, enroscado de forma alborotada como si fuera lana de oveja, me hace aburrida y ni que decir de mis tontos anteojos que siempre conllevo por mi fuerte problema visual; mi vestimenta es muy simple y normal, faldas hasta debajo de la rodilla y blusas sin color son las que me identifican día a día, y sin hablar que a veces se me ocurren usar mis largos faldones que me hacen sentir más cómoda.
En resumen, simplemente soy una completa mortal sin estilo, ¿entonces, por qué?
«¿Quizás está más ebrio que yo?»
—¿Lista? —Sale del baño con una toalla en la cintura, si no fuera porque aprieto mi mandíbula creo que estaría a punto de babear.
Su cuerpo bien delineado por esplendorosos músculos, me deja en agonía, lo único que llega atraerme y preguntarme de qué le sucedió, es aquella pequeña marca que tiene cerca a la costilla. Parecer ser la de un puñal.
Niego con la cabeza y me requinto que no es momento de analizar nada, entonces asintiendo, me levanto y me dirijo hacia el baño.