Punto de vista de Olivia:
Me desperté con la luz del sol cayendo sobre mis ojos, y cuando miré el reloj, me di cuenta de que llegaba cinco minutos tarde.
'Ay, no', maldije en mi interior, e inmediatamente me levanté para prepararme.
En cuestión de segundos, me lavé los dientes, me peiné mi cabello y me lo trencé.
No me arriesgué a hacerme una cola de caballo porque la última vez, la maldita de la manada, quien siempre decía que yo era la persona más fea pero aun así estaba celosa de mí, me cortó algunos mechones de cabello.
Tras peinarme, me puse una camiseta gris vieja y unas mallas negras, así como unas zapatillas, y me apresuré a ir a la cocina.
Cuando entré, mis ojos se encontraron con otros de color marrón oscuro.
Lucas, el mayor de los trillizos, estaba ahí también.
Al verlo, inmediatamente supe que tendría que enfrentar muchos problemas.
Tratando de calmarme, respiré hondo y me incliné frente a él.
"Lo siento Alfa, llegué tarde porque...". Él no me dejó terminar.
"Porque estuviste follando con un hombre hasta altas horas de la noche, ¿verdad? Eres un pedazo de mierda tan inútil". Nada más terminó de hablar, golpeó su puño contra la encimera, haciéndome estremecer.
Los trillizos siempre habían usado palabras hirientes cuando se dirigían a mí, pero desde los últimos dos años, ya superaban todos los límites. No paraban de cuestionar mi carácter y lanzarme insultos.
A pesar de que lo intenté, no pude detener las lágrimas que amenazaban con caer de mis ojos.
Entonces, Lucas vino dando pasos desafiantes hacia mí y agarró mi rostro con rudeza entre sus manos.
"No quiero ver tus lágrimas de cocodrilo, hija del traidor. Detén estas lágrimas falsas y ponte a trabajar", ordenó con disgusto en su voz antes de empujarme hacia un lado.
Finalmente, salió de la cocina sin siquiera mirarme.
Cuando al fin me quedé sola, recosté mi espalda pesadamente contra la pared y rompí a llorar. No obstante, traté de mantener mis sollozos casi imperceptibles, ya que estaba segura de que si algún miembro de la manada lo notaba, comenzaría a insultarme. Abracé mis rodillas con fuerza, pero no pude detener el llanto.
¿Por qué mi vida tuvo que dar este giro? ¿Por qué?
Sabía que mi padre no era el traidor. Él amaba su manada: amaba al tío Brian (Alfa) y a la tía Lucy (Luna).
La imagen del cuerpo magullado y sin vida de la tía Lucy todavía me perseguía cada vez que la recordaba. Ella era la mujer a la que más había amado en mi vida, incluso más que a mi madre, quien había muerto tratando de salvarla.
Luego de eso, ella empezó a tratarme como a su propia hija; así, aprendí a amarla.
También amaba al tío Brian, pero los trillizos ya no me permitían ir a visitarlo.
Ya habían pasado seis años desde la última vez que lo vi. Él había quedado paralizado desde aquella horrible noche.
También perdí a mi padre y a la tía Lucy, así como a los trillizos, quienes solían amarme y cuidarme. Esos ojos que me solían mirar llenos de amor, ahora solo reflejaban el odio que sentían por mí.
Ver su desprecio me causaba un gran dolor. Yo los amaba mucho, pero sabía que me odiarían para siempre.
Vi a mi papá ardiendo vivo frente a mí.
Pensé que me creerían, pero no lo hicieron; prefirieron confiar en Gamma, al igual que todos los demás.
Flashback:
Aquella noche, trasnoché llorando mientras sostenía las cenizas de mi papá en mis manos.
Cuando vi a los trillizos llegar de su viaje, corrí hacia ellos. Estaban sonriendo.
Quizás nadie les había dado la noticia todavía.
Al primero que vi fue a Alex, el trillizo mediano, y lo abracé con fuerza.
En sus brazos, empecé a llorar nuevamente.
"¿Qué pasó, Olivia? ¿Por qué lloras?", preguntó Alex preocupado.
"¿Por qué hay tanta sangre en tu vestido y en tu cuerpo? ¿Alguien te hizo daño?", agregó Lucas exaltado, comprobando si tenía alguna herida.
"La tía... el tío...", balbuceé apenas, hasta que no pude contenerme más, y rompí en un llanto desconsolado.
"¿Qué les sucedió a mi mamá y papá, Olivia?", preguntó Benjamin, el más joven de los tres, entrando en pánico.
"Vayamos a ver a Oliver, chicos", propuso Lucas, el mayor de los hermanos.
"Mi padre...", murmuré y les mostré las cenizas que tenía en las manos. Entonces, sus ojos se abrieron con incredulidad.
Sin poder contener mis lágrimas, caí de rodillas. Ellos apenas pudieron articular las palabras.
"Olivia, cuéntanos qué pasó", pidió Lucas, cuyas manos temblaban levemente.
"Yo les contaré todo lo que pasó". La voz de Gamma retumbó desde atrás.
Entonces me volteé, y vi esos asquerosos ojos verdes que destilaban maldad.
Este comenzó a acercarse a nosotros, mostrando algunas lágrimas falsas.
"¡Su padre mató brutalmente a Nuestra Luna!", gritó mientras me señalaba.
Al escuchar sus palabras, los ojos de los trillizos se abrieron por escepticismo.
"El tío Oliver nunca sería capaz de hacer eso", exclamó Benjamin, incrédulo.
"Lo encontramos junto al cadáver de su madre, con el mismo puñal con el que la cortaron el cuello. ¿Necesitas más pruebas?", insistió Gamma enojado.
En ese momento, Alex perdió el equilibrio y tuvo que recostarse contra el auto para no caerse. Vi cómo las lágrimas inundaron los ojos de los tres.
"Y además, encontramos en su bolsillo el mismo veneno que fue inyectado en el cuerpo de su padre. Ahora está paralizado". Gamma enfatizó la última palabra.