Esa mañana la brisa era fresca y refrescante a comparación de los días anteriores tan calurosos y agobiantes, Charlotte disfruto sinceramente de los pocos minutos que tuvo estando sola en el jardín de la casa de la amiga de su madre, hasta que Lance llego a arruinarlo todo con su presencia.
Estaba tan molesta con él, su actitud tan arrogante era irritante. No comprendía como es que todas sus amigas estaban enamoradas de él. Si, bueno, en su tiempo ella sintió algo por él, pero eso fue 4 años atrás antes de que la humillara delante de todos sus amigos.
Solo eran unos chicos, pero de igual manera le dolió mucho que él la tratara de esa manera. Ellos siempre fueron muy amigos, todo lo hacían juntos, desde que eran unos niños. Sus madres eran las mejores amigas y siempre se frecuentaban.
Sin embargo, después de su forma de tratarla aquella tarde, Charlotte se dio cuenta de que Lance era una persona frívola y para nada amistosa. Aunque su madre fuese una persona muy buena, él no lo era.
No tenía sentimientos, solo era un narcisista igual que sus tontos amigos. Ella creyó que podían ser buenos amigos hasta que se convirtieran en adultos y quizás hubiera pasado algo más, hasta su madre imagino que se llegarían a casar, pero aquellas imaginaciones estaban muy lejos de ser reales.
Ella no se casaría con Lance, ni seria su amiga… no quería nada con él. Un corazón frío como el de él no se merecía el amor que ella guardaba para alguien que realmente la quisiera por cómo era, una mujer sencilla sin aparentar lo que no era.
Y ese tipo de mujeres eran las que no le gustaba a Lance, él prefería a las interesadas cabezas huecas que se acostaban con cualquiera en la primera oportunidad que tuviera.
—No entiendes que no quiero hablar contigo, no me vuelvas a tocar y menos a decirme que no me quieres dejar ir. ¿Eso te queda claro, Acrom?
—No puedes seguir resentida por lo que paso hace años, solo éramos unos niños —responde fríamente, lo que le dio una punzada de dolor en su corazón.
—Y todavía preguntas porque no quiero estar cerca de ti, eres la personificación de la insensibilidad, Lance.
—Charlotte, estamos en otros tiempo, hemos crecido —le dice en tono bajo.
Ella mira aquellos ojos azules tan penetrantes, aprieta la mandíbula e intenta no dejarse llevar por su mirada tan hipnotizante. Ese hombre tenía algo que la descolocaba y no descubría que era.
—No quiero que me vuelvas a dirigir la palabra, Lance. Ya no quiero ser tu amiga, lo siento mucho, pero es lo mejor.
—¿Para quién?
—Para mí.
Aquellas palabras no le agradaron al joven, no esperaba que ella se tomara tan enserio aquel juego de niños de 4 años atrás. Frunce el ceño y nota seriedad en la mirada de ella.
—¿Solo por eso?, es una tontería, Charlotte —le reclama —. Nuestras madres son mejores amigas, tu madre viene cada dos días a la casa y la mía va a la tuya, ¿Cómo me vas a evitar? Además, estudiamos en la misma escuela.
Ella caya sus palabras, aplana los labios y luego traga saliva.
—Le he pedido a mi padre que me cambie de escuela, a partir de mañana no regresare a ese colegio —Lance ensancha los ojos al escuchar su noticia.
—¿Qué dices? ¿Por qué vas hacer eso? —no le agrado que ella no estuviera en el mismo colegio que él —. Te la has arreglado muy bien para que no te viera en 4 años, ¿Por qué te vas a cambiar?
—Porque si, y ya no me sigas preguntando nada. Ya te dije, no quiero ser tu amiga, ni saber nada de ti. Si pudiste ignorarme y humillarme cuando estabas con tus amigos, creo que el no verme por los pasillos te sentara de maravilla.
—No, Charlotte…
—Me canse de esconderme, Lance. Ya no quiero tener que ir caminando por los pasillos y evitarte cada vez que te vea acercarte con tus amigotes. ¡Me canse de eso!
Ella se encoje de hombros mientras que se aleja de él…
El joven castaño no podía creer lo que estaba escuchando, la mira alejarse sin que le importara nada, pero, ¿Por qué a él si le importaba?
—Espera… —la sostiene del brazo—. No te puedes ir.
—Sí, sí puedo…—se suelta.
—No, no puedes…
Lance la toma entre sus brazos envolviendo su cintura con el brazo, seguidamente de eso besa sus tiernos labios en un beso suave y gentil cosa que sorprendió a Charlotte.
[…]
—¡Ay dios mío! ¡¿La ha besado?! —exclama Serena sonriente mirando atreves de la ventana de la cocina —. Sabía que tu hijo sentía algo por mi hija.
—No deberíamos estar espiándolos, Serena. No le damos privacidad, además, creí que estaban discutiendo —responde Casey mirando por la ventana también.
—No seas tonta, como van a estar peleando y terminaron en un beso. Yo creo que habrá boda muy pron…
Pero las palabras de la morena se detuvieron al ver que su hija aparta a Lance y le lanza una cachetada al joven, lo que hace que la morena se paralice.
—¡¿Pero que ha sido eso?! —fue Casey la que hablo.
[…]
Lance estaba en schok y masajea su mejilla ardiente. Ella le había pegado muy fuerte, y a juzgar por su reacción al parecer su beso no le gusto para nada.