Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Novia del Señor Millonario
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Una esposa para mi hermano
No me dejes, mi pareja
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Una chica de cabello rubio salía llorando de un hospital, acababa de recibir la peor noticia que una persona le podían dar, su madre acababa de morir, al parecer el destino de Katherine Smith era estar sola en el mundo; su padre había muerto al mes de nacer ella y desde ese momento fue criada por su madre y abuela, ahora ambas se encontraban muertas, era el año dos mil veinte, una pandemia mortal se encontraba en el mundo, tanto su abuela y madre sucumbieron ante el virus.
Tan solo tenía veinte años y al llegar a la casa donde habitaba junto a su madre y abuela sintió que todo su mundo se derrumbaba, ahora se encontraba sola. Al llegar su vecina la señora Hilly la saludo con amabilidad, la señora Hilly era una mujer de unos cincuenta años solterona.
Tenía muchas cosas por hacer, preparar los funerales, bueno no tenía cuerpos, su madre y abuela fueron enviadas directamente al crematorio y le entregarían dos pequeñas urnas, no quería preparar nada, no tenía ánimos, ni vida, la universidad era en línea y nadie la acompañaba; en la casa de enfrente llegaba otra ambulancia al parecer los señores Williston se encontraban enfermos y los llevaban al hospital, esa escena la había visto hacía unos quince días.
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Ya habían pasado dos años después de lo sucedido con su madre y abuela, ahora se encontraba en casa, al parecer la joven concluyo sus estudios, y no tenía otro propósito en el mundo de levantarse y comer capitán Crunch, leer y ver un poco de televisión, su aspecto era de una persona en estado de desnutrición total, y con ojos verdes saltones, cabello rubio revuelto.
Tenía que salir por provisiones, los empleados que tenía en la casa ya no vivían ahí, solo iban dos veces por semana para lavar la ropa, y arreglar esta, pero solo ella vivía en esa casa de una privada exclusiva de Atlanta.
La señorita Hilly la saludo cuando la miro salir, en un pantalón de mezclilla y una enorme sudadera, la solterona como en ocasiones se había dirigido Katherine la miro con ternura, era una mujer guapa y con buenos sentimientos, quería hacer algo por la pobre muchacha que se encontraba sola en este mundo.
Katherine querida — hablo la mujer —me da gusto verte — la mujer se acercó y saludo con un beso, ven te invito un café, y algo de comer, tengo una deliciosa tarta que me preparo Leanny, es deliciosa, es de cereza, mí hermano menor se encuentra aquí, y serías bienvenida.
Buenas tardes señorita, Hilly — la chica se mostró desprevenida, era de las pocas veces que utilizaba su voz tanto así que se escuchaba ronca — no muchas gracias, tengo que ir por compras.
La tienda no se ira, y la tarta se acabará, mi hermano menor es un comelón y quiero que comas algo de esta deliciosa tarda — la mujer hablaba y tomo a la joven del brazo —
Katherine se quedó completamente anonadada, y no pudo evitar que la mujer la introdujera a la casa, ella conocía la casa de la señorita Hilly, en ocasiones cuando la mujer se iba de vacaciones a Europa o a alguna playa del caribe, ella cuidaba del gato de la señorita, el señor bigotes, era una casa hermosa, tan femenina que nunca supo porque la mujer no se había casado.
Toma asiento, querida, le diré a Leanny que comience a servir el té — la señorita Hilly no la iba dejar ir, la chica tomo asiento, se sentía ansiosa y un poco triste, el gato se acercó a la chica y le bufo, al parecer el pequeño felino había olvidado a Katherine —
¿me olvidaste? — le pregunto Katherine al gatito — creo que sí, me da gusto verte, señor bigotes — el gatito se subió en el regazo de la joven, la señorita Hilly sonreía desde una posición donde no era vista, su hermano se encontraba en las habitaciones superiores.