patricia menezes
Todavía
sin creer que un autobús es capaz de llevar a tanta gente en las seis de la mañana, agotando todo el stock de mi fe, que descubrí que tenía
recientemente, con la esperanza de que aparezca un poco de espacio entre los pasajeros, hago pagando la tarifa absurda, dada la mala calidad del vehículo, y sólo después de tres bloques que logro pasar a través del torniquete.
Haciendo un pequeño camino por el lado derecho, apretando por el izquierdo, camino
unos pasos sintiendo que mi falda lápiz giraba sobre mi cuerpo y el miedo a
estar expuesto me cuida, Dios me guarde.
Aun así, sigo equilibrándome como puedo, hasta llegar a un lugar para abrazarme.
"¿Quieres dejarme tu bolso, muchacha?" - Una joven, aparentemente cuarenta y ocho años, cordialmente se ofrece a ayudar.
“Buena suerte con la entrevista de mañana, cuida tus pertenencias en el bus
llena, corres el riesgo de irte con la bolsa vacía, Paty. no confíes en la gente
aparentemente bueno, en el transporte publico nunca sabemos que
puede suceder. La realidad aquí es muy diferente de donde vienes…”
Recuerdo el consejo de mi nueva amiga y vecina Carolina, quienha sido un verdadero maestro de la vida real para mí y me temo. El hecho es que
Realmente no tengo forma de saber si quien me ofrece ayuda actuará de buena fe.
y lo que llevo en mi bolso, entre algunas pertenencias, es mi iPhone aún nuevo
que no podré reemplazar pronto.
“Gracias de verdad, pero mi bolso es bastante ligero. - Ella me pasa
una sonrisa de bienvenida y al mismo tiempo termino castigándome por haber dudado de la
buena voluntad de la dama. ¿Pero que puedo hacer? mientras estoy divagando
tratando de sacar mi mente del aprieto en el que estoy viviendo, pasan unos minutos
ellos van. "¿Puedes decirme dónde está la Quinta Avenida?" - Puedo llegar a
suspiro, porque esta vez no voy a la conocida y con clase
calle de Nueva York que lleva el mismo nombre y me encantaba caminar.
“Vaya, niña. Está en el siguiente punto. - Ella mira al fondo de la
autobús donde está la puerta de salida. "Solo un milagro para darte tiempo".
bajar del autobús. – El pánico se apodera de todos mis terminaciones nerviosas, porque realmente no veo cómo puedo lograr tal milagro, y el autobús, que debería tener un máximo de cincuenta personas, parece que tienen al menos menos el triple.
- Gracias. – Desesperadamente, después de casi saltar para alcanzar el
cordón que le indica al chofer que mi parada ha llegado, le pido permiso y Procedo a mi saga.
En segundos, el autobús se detiene, para que mi desesperación sea aún mayor.
Estoy considerablemente lejos de la puerta, incansablemente pido permiso,
levantando la voz de una manera a la que no estoy acostumbrado, gente
notan mi desesperación, en una empatía colectiva, parecen vivir lo mismo
pánico que yo y en un acto de amor, que solo los usuarios del transporte público experiencia, escucho:
—Waaaaaa ahí, tu moto.
Me da verguenza llamar tanto la atencion y otro pasajero
producto:
— Aguanta el busuuuu para la chica...
Doy unos pasos más, incluso siento una brisa en la popa de mi trasero que muestra cuánto se me ha subido la falda y finalmente llego a los escalones.
- ¡Gracias! – Termino por entrar en el estado de ánimo de que, en cierto modo,
se divierte y mientras el autobús sale, me estiro la falda y miro la hora en el
reloj de calle que también marca la temperatura, que seguro que es mal, porque el sol, aunque temprano, ya me está quemando la piel, imposible sólo veinticinco grados, estoy seguro de que no puede ser menos de cuarenta.
Poco después, vuelvo a prestar atención, trato de encontrar la entrada a la estación de tren.
metro de la Quinta Avenida, más conocida popularmente como Quintão,
Estoy de acuerdo con mi vecino, pero no puedo encontrarlo.
- Buen día. – Me acerco a un chico que, como está sosteniendo un libreta y lleva una mochila, parece que va a la universidad. — soy un
poco perdido, ¿podría decirme dónde está la estación de Quintão? - A él
abre los ojos como platos y se acaricia la frente en un gesto nervioso, con una mezcla de
de compasión y sin siquiera abrir la boca, ya me imagino que estoy en un reino
muy muy lejos* .
- ¡Santo cielo! Seguro que no eres de por aquí, ¿me equivoco? –
Confirmo sus sospechas con gestos. — Niña, vas a tener que caminar mucho,
ya que esta estación está en el siguiente punto. "Abro mucho los ojos, para que
Incluso asusto al chico que, sin darse cuenta, se inclina un poco hacia atrás.
¡Santo Dios! La señora del autobús me dio información incorrecta.
- Gracias. - El chico me mira de arriba abajo.
"Joder, no quería estar en tu lugar, obviamente no sé qué
usa zapatos así de altos pero camina como lo haces durante largos minutos
en estas caminatas llenas de baches y en este sol que rasga la piel, no es de Dios.
Tiene toda la razón en eso. “Es el escenario del inferno. "Entonces ya no sé, porque
Estoy seguro por experiencia que hay cosas peores.
En el pasado, cuando caminaba hacia el auto, que ni siquiera
Guillermina,o par pora lastimar tener chef tus pies, y caminaba mis louboutins solo sobre eran pisos mara villanos,lisos, sin ahora ninguna,
definitivamente son armas reales. *Muy Muy Lejano.
— Bueno, ahora mismo me siento cansada, imagina cuándo empezar.
¿andar? - Él ríe.
— Mi nombre es Sérgio y voy en la misma dirección que tú, ¿puedo ayudarte?
¿hacer compañía? Te prometo que no te decepcionaré. -Empezamos a caminar
el camino despues me presento y mientras vamos el simpatico me dice
disfruta de su día a día, me cuenta que estudia en la Universidad de
estado, que toma el mismo camino todas las semanas, ya que tiene poco
dinero, solo puedes conseguir transporte para llegar a la mitad del camino. - Pero
parte, quiero ser ingeniero y para eso, necesito hacer algunos
sacrifcios ahora. – Tu realidad me conmueve, porque cuando entré al