8 años antes
En ese momento en la Iglesia Santa Mercedes se desataba un clima muy lluvioso, el agua fría caía con firmeza al suelo y a los techos helados de los hogares de Cassidy, pero eso no era lo relevante aquí, sino la cantidad de gente que se encontraba en ella para la boda del Señor Salvador y la Señorita Wingburgh, dos familias de alta sociedad y de un gran prestigio en el pueblo.
Todos veían con atención la entrada de está para que una hermosa melodía sonara en el gran lugar, dando presencia a la joven que caminaba hacia el altar mientras todos los presentes sonreían y aplaudían a la bella novia, pero solo algunos sabían que ese casamiento solo era una obligación de parte de ella y una oportunidad de negocio para él. La afortunada de esta historia se llama Verónica Charlotte Wingburgh, que ingresaba con un vestido blanco realmente hermoso y simple a la vez. Su estilo representaba a una princesa, la falda era de seda blanca muy fina con algunos retoques de encaje del mismo color y la parte de arriba, lo combinaba con una tela de seda blanca de forma delicada y con algunos retoques de encaje, también muy sencillo y simple. Su velo era de una tela de gasa transparente con encaje de flores y que le ayudaba a cubrir su rostro lleno de tristeza por ese día.
Caminaba con lentitud hacia su futuro esposo, que se encontraba en el altar y vistiendo su traje impecable de General, pero los pensamientos de la joven solamente se trataban de huir de allí sin importar nada, pero lamentablemente no tenía a donde o con quien ir. Verónica dirigió una mirada a través del velo en dirección a su prima Elisa, que sabía lo infeliz que iba a ser durante su largo matrimonio, esta le dio una pequeña sonrisa de consuelo para que la joven continuara.
La distancia al fin se ha cortó y Don Salvador tomó la mano de Verónica para ayudarla acomodarse a su lado y así comenzó, la ceremonia con las dulces palabras del sacerdote Enrique.
- Hoy en la hermosa casa del señor… – habló el sacerdote viendo a los presentes – uniremos las vidas de Don Antonio Leopoldo Salvador y Lady Verónica Charlotte Wingburgh en sagrado matrimonio – dirigiendo la vista a los futuros señor y señora Salvador
En ese momento, la tristeza que llevaba Verónica dio a luz porque sabía lo poco que quedaba de su libertad y alegría. Agachó su mirada para ahogar las lágrimas, que estaban a punto de salir de sus ojos por el momento tan tormentoso para ella, que era la boda arreglada por sus progenitores. Mantuvo su mirada en el suelo durante todo el discurso del sacerdote, hasta que la parte fundamental de la ceremonia el: “Si, Acepto” de los novios llegó al fin.
- ¿Don Antonio Leopoldo Salvador, acepta como esposa a Lady Verónica Charlotte Wingburgh para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separé? – dijo el padre mirando al hombre, ya algo pasado de años que se encontraba al lado de la joven
El hombre con voz segura y seria respondió a la pregunta.
- Acepto padre – dijo Antonio mientras sostenía la mano de su futura esposa con delicadeza