Alberto
Miro a ese hombre, las cosas nunca salen de otro modo a como yo lo quiero.
—Entonces señor Navas, cerramos el trato. —Estrechamos nuestras manos después de la gran firma.
—Por supuesto mi querido socio, mi hija Monserrat se casará con usted en un mes, como lo estipula el contrato. —Río pues jamás pensé que sería tan fácil obtener la mano de Monserrat y lo que más me llena de gusto es que ella está de acuerdo o al menos eso dijo su padre, se que Pablo hace todo esto por tener control total sobre las empresas, lo que no sabe es que después que logré casarme con Monserrat le tengo una pequeña sorpresa, ahora será mejor arreglar todo para mí boda con ella, así que terminamos el brindis y me despido de mi socio y próximamente suegro, salgo de la oficina con una sonrisa de oreja a oreja y al salir me encuentro con mi futura esposa quien al verme rueda los ojos como siempre.
—Buenos días señorita Navas, usted como siempre hermosa —recalcó pues me encanta verla como se pone cuando la halago.
—Buenos días señor Cáceres, gracias por sus cumplidos. Mi padre se encuentra en su oficina —ella me dice, sin contar que rueda sus ojos una vez más para después esquivar mi mirada. Sonrió pues en verdad esta mujer me encanta, y ahora que por fin va ser mi esposa tendrá que doblegarse y dejar de despreciarme.
Salgo de allí y voy a hacer mis pendientes, tengo muchas juntas y debo solucionar todo.