Capítulo 1
Narra Madeline.
Tengo veinte años. Dejé la universidad porque necesitaba el dinero para mí hermana menor. Mi sueño es estudiar derecho para convertirme en abogada. He obtenido la custodia exclusiva de ella, pero está enferma. Tengo que hacer esto por ella para salvarle la vida y también para que mí tío no intente recuperarla si por alguna razón le dan la libertad condicional. Nuestros padres murieron en un accidente automovilístico causado por un conductor ebrio, y nuestro tío Enrique nos mantuvo con él, pero es un hombre violento, nos trató como animales, nos golpeaba y nos agredía, pero el día que quiso abusar de mí hui junto a mí hermana, fui a la policía y ellos se encargaron de lo demás. Sin embargo, mí hermanita sufre de una enfermedad en la sangre (Leucemia) sus tratamientos son costosos, cierta parte la cubre el hospital, pero la otra depende de mi: su única familia, eso me deja ahora como su sustento. Amo a mí hermana, y no voy mentir, tengo miedo de no poderla ayudar.
— ¿Estas segura que no quieres que te acompañe?— me pregunta Patricia, una amiga de confianza. Pero ella debía irse al aeropuerto. Tiene la oportunidad de estudiar en el extranjero.
— Estoy segura, no te preocupes— respondo—. Suerte y espero que te vaya muy bien. Estaremos en contacto–agrego.
Luego de despedirme de ella, ingreso al local. Pregunto por el señor Mendoza y me llevan poco después a su oficina. Encontrar un lugar donde vender mi virginidad había sido fácil, algunas de las chicas de la universidad conocían un sitio donde este tipo de acciones se llevaban a cabo. Alfonso Mendoza, posee un negocio llamado: Dulce placer que trata de subastar a las vírgenes, las chicas de la universidad visitaban este lugar, la necesidad del dinero era las que las motivaban para hacerlo. Me siento frente al señor Mendoza en su oficina mientras él mira mí cuerpo, estaba evaluándome como si fuera un trozo de carne. Al principio, antes de llegar no pensé que aceptaría a alguien como yo. No soy demasiado delgada, pero tengo curvas, grandes senos, muslos redondeados. Él me pidió levantarme, darme la vuelta, mirar de un lado a otro, y en realidad parecía impresionado.
— Esta bien, te aceptare—dice.
Lo único que tenia que hacer era quedarme en una habitación y esperar a que mi comprador llegara y a partir de ahí, follariamos. Sin amabilidad. Sin cortesías. Solo sexo. Un contrato comercial. Mendoza, toma su parte del diez por ciento, me dijo que algunas chicas se habían vendido por más de seis cifras porque la demanda había grande. No aceptaría nada menos de diez mil dólares. Después de todo, estábamos ofreciendo algo para toda la vida. No solo eso, su clientela eran bastardos adinerados que disfrutaban pagando por algo exclusivo. Un guardia me lleva por un pasillo lleno de habitaciones con puertas de caoba, me dice que ingrese a una y espere. Visualizo una enorme cama y lo único que puedo hacer es sentarme en la orilla a esperar mí comprador. Mis nervios están disparados. Esta noche tendré sexo con un extraño. Mí cabello castaño es un desastre, mis ojos están muy abiertos. Tengo un poco de miedo. La ropa que llevo puesta no es nada sexual y no se si esto seria un problema. Siempre había fantaseado con cómo sería mí primera vez. Tocar a un hombre, ser tocada. Ni una sola vez pensé que sería para el mejor postor. Aún así, habría un guardia apostado fuera de la puerta por si acaso, si en algún momento el hombre misterioso decide usar sus puños o intenta lastimarme, voy a gritar si lo hace. El guardia se ocuparía del hombre y todavía me pagarían. Sin embargo, el miedo ha vuelto. Nunca he sido buena cuando se trata de dolor. Siento que mí corazón late con fuerza, que empeora cuando escucho que la puerta se abre. Dirijo mi mirada hacia el suelo, no podía ver a mi comprador a los ojos.
—¿Hola?—dice un hombre, su voz es oscura y profunda. Mí frecuencia cardíaca se triplica.
Mierda. Esto realmente está sucediendo. Vendí mí virginidad y ahora tengo que pagar el precio.
—Hola— respondo nerviosa.
La puerta se cierra. Miro hacia otro lado, casi con miedo de a quién encontraré entrando en la habitación. Hice esto. El hombre me ha comprado para esta noche. Tomo valor y lo veo, no es lo que esperaba. El hombre que está junto a la puerta es realmente mayor; quizás a finales de los treinta. No es que pueda decir mucho mirándolo. Me mira, con las manos a los costados, pero no parece nervioso. Me observa fijamente con sus profundos ojos azules, me sorprende la forma en que me ve, evaluándome. Hay algo oscuro debajo de esa mirada que me mantiene en el lugar. Este es el hombre que me compró. Por una noche él es mí dueño. Quería la oscuridad, y por la expresión de su rostro, está más que dispuesto a dármela.
—Ponte de pie—dice. Hago exactamente lo que dijo, ahora solo intento fingir que mí fantasía no es tan jodida. Esto no es una fantasía, ni mucho menos. Ni siquiera sé su nombre. No es que importe. No le diré el mío. Me quito las tacones y empiezo a trabajar en los botones de mí camisa. Todavía no se ha movido. Le doy la espalda mientras voy a desabrocharme el sujetador. Su voz me mantiene inmóvil—.Quiero ver. Da la vuelta. Muéstrame—agrega, mis mejillas están en llamas. Nunca me habían hablado así antes. Sin mirarlo, lentamente me quito el sostén, sintiendo mis senos rebotar libremente. Nadie más los ha visto nunca. Cuando finalmente llego a mis bragas, dudo—.Quítatelas—dice. No hay necesidad de asustarse. Si me lastima de alguna manera a menos que yo quiera, puedo llamar al guardia. Me saco las bragas y aprieto los dedos, esperando que mí largo cabello cubra de alguna manera mí cuerpo. No estoy acostumbrada a mostrar mí desnudez—.Gira de vuelta—menciona, lentamente, me muevo en círculo para que él me vea por completo—.Ven aquí—me ordena, sus instrucciones están empezando a irritar mis nervios, cada palabra es una irritación. Todo lo que tengo que hacer es recordar a mí hermana en el hospital y eso me impulsa hacia adelante. No hay forma de que esté aquí por ninguna otra razón que no sea mí hermana. El hombre, mí dueño, agarra mí barbilla e inclina mí cabeza hacia atrás— .Ahí está. Ahí está ese fuego que vi —dice. No tengo idea de lo que está hablando. Acaricia mí mejilla y soy muy consciente de su estado completamente vestido. Su pulgar se desliza por mis labios y los mantengo cerrados—.Entonces, quieres que te quite tu virginidad ¿ser jodida por un hombre de verdad?—pregunta. Nuevamente, no digo nada. Estoy atrapada en sus toques. En el momento en que su dedo se deslizó por mis labios, sentí una tensión dentro de mí. Cuando habla, su voz me excita. No quiero que se detenga. Nunca antes había estado tan excitada e irritada—.Abre—me ordena. Su pulgar presiona mis labios y me abro. Empuja dentro y lo miro. Dentro y fuera, presiona—.Esta boca fue hecha para chupar una polla grande y bonita. Tenemos esta noche, y para cuando termine contigo, ya ninguna parte de ti será inocente —menciona. De repente me mueve hacia atrás tirándome sobre la cama, miro hacia arriba mientras abre mis muslos. Sostiene mis piernas con fuerza, colocándose entre ellas—. Sabía que tendrías un lindo y jugoso coño. Puedo ver lo mojada que estás —dice. Sus manos se mueven desde mis muslos y se deslizan por mí cuerpo. Toma mis senos presionándolas juntas, deslizándose hacia mí coño. Abre los labios de mí coño y lo escucho gemir. Grito cuando me toca. Un dedo sobre mí clítoris y me arqueo —.Tan sensible y húmedo. Nos divertiremos mucho esta noche —agrega, luego él se aleja. Acercándome a mis codos, lo miro mientras comienza a desvestirse, cada pieza de ropa aterriza en el suelo sin ninguna preocupación en el mundo. Cuando se para delante de mí, desnudo, no puedo pensar ni sentir. Estoy por todos lados. Feliz, asustada, emocionada, sobre todo, estoy excitada. Esto no lo esperaba. ¿Cómo podría excitarme ? Este hombre es un completo extraño para mí. Quizás el nombre del local, si tenga que ver en esta situación, ya que todo indica que tendré un dulce placer.
Capítulo 2
Narra Allan.
Mi mejor amigo Alex y yo somos clientes frecuentes de Dulce Placer. Un lugar donde las vírgenes son subastadas a través de un catálogo. Las vírgenes son lo mío. Siempre quise una mujer sin experiencia, para enseñarle a como montar, chupar y follar mí polla. Este lugar es visitado por todo tipo de personas de la alta sociedad. Políticos y empresario estaban entre ellos. Yo soy abogado penalista y no me da vergüenza de asistir a un lugar como este.
—Bienvenidos de nuevo—nos saluda Mendoza.
—Un gusto estar aquí, bueno ahora a ver lo que tienes para nosotros—contesto con una media sonrisa.
Alex fue el primero en sentarse, toma de inmediato el catálogo. Luego elige una y paga por ella, ahora era mi turno. Tomo el portafolio y comienzo a hojearlo. Una fotografía de una de las chicas llamó mi atención. No hay forma de ver a las chicas primero. En cambio, Mendoza quien es un maldito enfermo, toma fotografías de cada chica y eso es lo que los hombres pueden elegir. Pero esta mujer era diferente. La mayoría de los hombres no habían hecho una oferta por ella, pero vi algo cuando la miré. No reveló mucha carne y, en comparación con las otras mujeres, estaba más regordeta. A pesar de que trató de ocultarlo, vi esos senos y ese trasero, y tengo que decir que, con ella desnuda debajo de mí, no estoy decepcionado. Se supone que los hombres tienen un tipo, y supongo que eso es exactamente lo que tengo. Amo a una mujer con un poco de carne en los huesos. Soy un tipo grande. Luego de pagar me dirijo a la habitación asignada. Abro la puerta y la veo, era mucho mejor verla en persona, luego le ordeno que se quite la ropa, juego un poco con ella y luego comienzo yo a quitarme las prendas.
Esta mujer sin nombre, es todo lo que anhelaba. Incluso mientras me mira con un poco de miedo en sus ojos, hay algo más, algo oscuro. Ella quiere esto. La vista de su coño resbaladizo es prueba de ello. No debería haber venido esta noche porque ni siquiera sé si puedo ser amable con ella. Entonces recuerdo que no tengo por qué serlo. Ella es mía para tomar. No tengo que ser amable ni hacerle pasar un buen rato. Ella está protegida con el guardia fuera de la puerta. Mendoza se asegura de que sus hombres siempre se queden quietos. Lo último que quería era que entrara el guardia. No me gusta tener gente alrededor para vigilarme a menos que sea yo quien tenga el control. Vi la fotografía de esta mujer y quería saber más. Ella está aquí por dinero, lo entiendo, pero hay algo más. Tengo la sensación de que si pudiera, estaría en otro lugar. En algún lugar lejos de aquí.
—¿Has visto una polla antes?— Pregunto. Ella niega con la cabeza. Yo sonrío. No puedo evitarlo. Es una sensación embriagadora, saber que soy el primer hombre en estar con esta mujer. Una parte de mí quiere marcharse, pero no puedo. Me encanta que se haya depilado el coño. Mantiene las piernas abiertas, tal como le pedí. ¿Se da cuenta siquiera de lo hermosa que se ve, tan abierta? Envuelvo mis dedos alrededor de mí longitud, miro sus ojos marrones. Su labio inferior está succionado en su boca, y me dan ganas de tirar de ese labio. Me acerco a la cama, tomo su mano y la envuelvo alrededor de mí polla. La única condición para esta noche era un condón. Mendoza fue firme en eso. Ninguna de las mujeres busca un bebé o algo más. Una noche de placer. Pagué cien mil dólares por esta mujer. Quiero que cada segundo cuente. Sus dedos están fríos cuando tocan mí piel. Cierro los ojos, aprieto los dientes. El placer es jodidamente intenso. Lentamente, arriba y abajo, le muestro lo que me gusta—.Los hombres son diferentes. Me gusta saber que me estás tocando, así que hazlo con fuerza. Me gusta un toque firme—digo, aprieto su mano. Su mirada sigue yendo de mí cara a mí mano, y luego de regreso—.Eso es, joder, eso se siente bien. Sabes que lo estás haciendo bien cuando me mantengo duro y mi líquido pre seminal se escapa por la punta —le explico. Me encanta sentir sus manos sobre mí. El fuego que está prendiendo dentro de mí cuerpo. No puedo parar, y solo quiero inclinarla y follarla tan malditamente que me duele. Aparto su mano de mí polla y la empujo hacia la cama. Agarro sus muslos, me muevo hacia arriba, arrodillándome en medio para que no tenga más remedio que seguir moviéndose hasta que su cabeza esté sobre las almohadas, su cabello castaño extendiéndose contra las sábanas blancas para cuando termine con esta mujer, no podrá caminar durante una semana. La primera vez, era horrible para las mujeres, bueno eso me han dicho ellas y lo he confirmado en la practica. Los condones están en el cajón al lado de la cama, pero no estoy listo para meter la polla. Necesito probar a esta mujer. Desde el momento en que vi su fotografía, sentí esta necesidad de estar aquí. Para llevarla a la cima del orgasmo. Para mostrarle lo bien que podía ser con un hombre. No era así como debería ser la primera vez de una mujer. Debe haber muchas flores, cena y algo especial de antemano. La acumulación de intimidad que tienen todas las demás mujeres. Sin embargo, no tiene tiempo para eso. Lo veo en sus ojos. El dinero para esta mujer es un último recurso. Nunca he sido de los que se preocupan por los asuntos ajenos. Beso su cuerpo, tomo cada pezón en mí boca. Ella se retuerce debajo de mí, y me encanta la sensación de su cuerpo suave contra el mío. Deslizo mí lengua hasta sus senos luego su vientre hasta llegar a su coño. El olor de su sexo es fascinante. Se me hace agua la boca por probar. Ahora soy un hombre quisquilloso. No me gusta probar el coño de una mujer. La idea de poner mí boca donde ha estado la polla de otro hombre no me atrae. Pero esta mujer es pura miel. Nadie ha sabido lo dulce y sexy que es. Me pregunto cuántas veces la han pasado por alto, los hombres simplemente la miran antes de decidir llevar a otra persona. Su pérdida es ahora mí ganancia. Por encima de su coño, abro los labios. Su clítoris está hinchado y se ve tan hermosa. Quienquiera que sea esta mujer, es una belleza. Deslizo mí lengua por su pequeña protuberancia, la escucho jadear. Sus manos aprietan la sábana a cada lado de ella. ¿No sabía que iba a haber placer? Tomando su clítoris en mí boca, lo chupo con fuerza y ese jadeo silencioso se convierte en un grito y enciende mí cuerpo. Sosteniendo la protuberancia entre mis dientes, deslizo mí lengua hacia adelante y hacia atrás. La miro, viendo su arco. Esos senos perfectos, jugosas y maduras están temblando mientras la provoco. Sus piernas permanecen abiertas. Ni siquiera necesito mantenerlos agarrados. Veo el cambio dentro de ella y lo siento cuando su pelvis choca con mí boca. Ella se está acercando tanto. Quiero sentirlo envuelto alrededor de mí polla, pero esta primera vez, no va a ser fácil. Solo pensar en deslizarme profundamente, atravesar esa delgada barrera que la declararía mía, me excita. Quiero esto muchísimo. Llevarla al orgasmo solo alimenta mí necesidad de estar dentro de ella. Tengo que tenerla. En el momento en que su llanto desgarre el aire, terminaré de esperar. No pagué cien mil dólares para darle la versión dulce. Pagué para follarla, sin emoción, sin conexión. Ella tuvo un orgasmo. Uso mis dedos, provoco su clítoris mientras rasgo uno de los condones. Cuando no puede soportar más su orgasmo, uso ambas manos para deslizar rápidamente el látex sobre mí polla. Acomodándome entre sus hermosos muslos, paso la punta de mí polla a través de su calor resbaladizo, golpeando su clítoris. Sostengo mí polla, la coloco en su entrada. Poniendo una mano cerca de su cabeza, la miro a los ojos, los suaves ojos marrones que ahora están ligeramente vidriosos cuando me miran. Pensé que querría verme llevarla la cima. Para deslizarse dentro de su coño virgen. En cambio, quiero ver sus ojos. Para mirar como ella me lleva. Eso es todo. No entro agradable y tranquilo, dándole la oportunidad de acostumbrarse a mí centímetro a centímetro. No tiene sentido eso. Me golpeo hacia adelante, perforando su himen mientras lo golpeo profundamente, yendo hasta la empuñadura dentro de ella. Miro mientras ella grita. Sus manos van a mí pecho mientras arranco su inocencia, robando lo que debería pertenecer a alguien que le importa. Me importa un carajo. Esta mujer es mía. Comprada y pagada. Manteniéndome quieto dentro de ella, siento su coño apretarse a mí alrededor. Hay lágrimas en sus ojos y se muerde el labio. No se han dicho palabras entre nosotros. No debería importarme lastimarla. Me importa una mierda. Me molesta. Ella no es nada. Solo un carajo y, sin embargo, abro la boca—.¿Estás bien?—pregunto. Ella asiente, pero no quiero sacudidas de la cabeza—.Háblame, nena—digo, porque no se su nombre. Se lame los labios, mirando más allá de mí hombro.
—Estoy bien—responde.
Salgo de ella y empujo hacia adentro. Ella gime, sus dedos como garras se clavan en mí pecho.
—No estás bien. Háblame o seguiré haciéndolo. Me gusta la sensación de tu coño envuelto alrededor de mí polla. Puedo estar aquí toda la noche —digo.
—Simplemente ... duele. Sabía que así sería, pero no pensé que sería tan malo—responde.
Paso mí mano por su muslo, presiono su cadera. Su cuerpo es tan sexy. Me encanta. No puedo tener suficiente. Todavía estoy apoyado en una mano cerca de su cabeza.
—Me vendiste esto—digo.
—Lo se—dice.
—¿Por qué?—pregunto.