Nadia,
Teatro Nacional, Estambul Turquía
La presentación va de maravilla, los movimientos sincronizados, los saltos, las maniobras y la preciosa pieza de Frédéric Chopin, Waltz No.19 in A minor sonando de fondo, dejan a mi vista el más hermoso de los espectáculos de ballet clásico que haya visto en toda mi carrera como directora.
El acto casi está por culminar y salgo de la estancia con dirección al tocador a la vez que el maestro de ceremonia se hace del escenario. En este momento darán paso a lo que cada invitado esta noche ha esperado.
Cuando llego al tocador, me observo en el espejo a la vez que escucho al maestro de ceremonias dar su discurso final, para entregar el premio de la noche.
-La liga mayor de Las Hadas en Turquía, es la que más premios y reconocimientos ha recibido de todas las demás ligas, estas chicas han puesto todo su esfuerzo y empeño en su carrera, y han demostrado de todas las maneras posibles que son dignas merecedoras de su éxito, pero, el reconocimiento también se lo ha de llevar su talentosa entrenadora. Sus premios a mejor coreógrafa, entrenadora física, productora de música y el premio a la coreografía más estética y clásica del año pasado, demuestran sin duda alguna que ser la directora de este increíble grupo de chicas se lo ha ganado con mucho esfuerzo y trabajo duro, y le da todo el maldito derecho del mundo para autodenominarse la mejor profesional en el área y al que diga lo contrario le pego un tiro, con ustedes Nadia Özdemir -Termino mi mini discurso frente al espejo del baño y me celebro como fanática de rock en pleno concierto.
»La verdad es que, cada ceremonia, premio, reconocimiento, van aumentando mi ego en un nivel tan alto, del cual no estoy dispuesta a bajar, así que realmente se puede decir que los culpables de esta característica de mi hermosa personalidad son los que entregan los premios ¿cierto? -le pregunto a mi hermoso reflejo -. Nah, ese también es mérito mío por mi increíble talento y profesionalismo.
-Con ustedes, Nadia Özdemir -Suena la voz del maestro en uno de los altavoces del baño. Me miro al espejo y admiro mi maravilloso aspecto, el vestido dorado de tirantes que llega al suelo con un abierto en el lateral izquierdo, los tacones del mismo color, el cabello recogido en un moño alto y el juego de sombras oscuras que detallan y perfilan mi cara, me hacen ver como la maldita diosa afrodita bajada del Olimpo -¿Señorita Nadia? -habla el maestro de ceremonias nuevamente, lo que me hace sonreír al espejo y salir del baño rumbo al escenario a recibir mi premio a la mejor directora de Arte Clásico del año 2023.
Mientras subo al escenario, toda la audiencia se pone de pie y hace una ovación como si entrase la mismísima reina de Inglaterra. Camino recta y decidida, con la mejor de las sonrisas en el rostro hacia donde está el maestro y la chica con el trofeo en mano, listo para ser entregado. Saludo a las personas que están a mi lado y subo a la pequeña tarima donde se encuentra el micrófono.
-Buenas noches a todos -digo, mientras miro al público buscando a mi hermana con la mirada, hasta que la encuentro sentada a la derecha de la primera fila-. Les quiero dar las gracias por este gran honor, la verdad es que la competencia estuvo reñida -comento llevándome la mano al pecho en un gesto falso de sentimentalismo, y toda la audiencia suelta una carcajada por lo sarcástico de mi comentario, ya que el evento fue organizado para rendir tributo a Las Hadas -. Lo cierto es que no hay mucho que decir, estas chicas han dado lo mejor de sí en cada paso y si alguien es digo de sostener este premio -digo mirando el trofeo como si fuese una madre orgullosa de sus hijas -. Son mis preciosas Hadas, así que pasen adelante chicas -. Bajo de la pequeña tarima a recibirlas. Mi grupo élite entra al escenario, todas con pasos elegantes y decisivos, tal y como se los enseñé, y la líder de todas, Amelie recibe el premio que le entrego.
-Justo como lo practicamos -le susurro al oído, ella asiente y sube a la pequeña tarima
-Muy buenas noches y gracias a todos ustedes, damas y caballeros por honrarnos con tan espectacular evento - dice y hace una pausa como si estuviese conteniendo las lágrimas, «de verdad tiene talento la chica» -cada una de nosotras tiene una historia difícil -menciona- muchas han sido abandonadas por sus padres, otras maltratadas e incluso expulsadas de sus tierras, pero puedo decir con orgullo que cada una ha aprendido a tomar esas malas experiencias y canalizarlas en algo positivo -cada una de sus palabras son mencionadas con tal sentimentalismo que se lo transmite a los demás a la vez que va secando las falsas lágrimas y un sorbido de nariz que se los juro por Hades, casi me hago en los pantalones dela risa por tremendo espectáculo.
» Por eso, queremos llevarles la misma oportunidad que nosotras hemos tenido, a las jóvenes de Asia, específicamente de Japón, porque últimamente han sufrido muchos ataques violentos y han sido ofendidas y discriminadas por su cultura, así que, sin más, queremos agradecer públicamente a todas las personas que nos han ayudado económicamente, para que ahora la gira de Las Hadas por todo Japón este próximo mes sea posible, muchas gracias a todos.
Amelie termina su discurso y toda la audiencia se levanta en aplausos y el telón se cierra dando por terminada la ceremonia. Todas bajamos del escenario y me quedo con Amelie mientras las demás van a cambiarse.
-Lo hiciste bien niña -le reconozco.
-Muchas gracias señorita Nadia, pero quiero hacerle una pregunta -me mira esperando mi permiso, por lo cual asiento para que prosiga -... ¿Enserio creé que el plan funcione?
Realiza aquella pregunta dejándome en un completo shock y provocando que mi ceño de frunza, antes de preguntarle directamente "¿Cómo dices?" , lo que la hace ponerse un poco nerviosa y mirar a ambos lados antes de preguntar de nuevo.
-Que... em... que si creé que el plan de resultados señorita Nadia- ella se queda estudiando mi mirada perdida e inexpresiva, hasta que vuelvo a mirarla con una leve carcajada, que se convierte en una risa estruendosa y ella se contagia con una risa nerviosa mientras recupero mi postura.
-Mi querida Amelie -digo sonriendo mientras paso mi brazo derecho sobre su hombro y comenzamos a caminar hacia los vestidores -. ¿Alguna vez has visto fallar uno de mis planes? -le pregunto cuando nos detenemos frente a la puerta de los vestidores y sigo sonriendo, mirándola directamente a los ojos levantando las cejas en señal de que espero una respuesta a mi pregunta.
-Pues no señorita -responde, y mi expresión cambia hasta ponerse totalmente seria y malhumorada
-Entonces, ¿por qué me cuestionas? -le pregunto acercándome poco a poco a su cara lo cual la pone sumamente nerviosa y pálida.
-Yo lo... lo siento mucho señorita... de verdad no era mi inten... -intenta disculparse tartamudeando cada vez más, lo cual me desespera y por esto la detengo.
-Shh -la interrumpo haciéndole señales para que se calle y la sujeto por los hombros sutilmente para abrazarla y me acerco a su oído.
»Nunca me cuestiones, querida Amelie -le digo mientras le acaricio el pelo- pero si tantas dudas tienes, de nada me pesa usarte como conejillo de indias, ya sabes, para ver si realmente hay algún fallo de estrategia -le digo y vuelvo a ponerme enfrente de ella mirando como va entrando en pánico con una de mis sonrisas favoritas, «ya saben, esas de las que usan los psicópatas cuando ven a su víctima colapsando por el veneno que le pusieron en la bebida o comida».
-No señorita -responde temblando- de verdad que no es necesario, estoy consciente de sus habilidades y sé que nadie planea estrategias tan excelentes como usted y...
-Sí, sí ya entendí -comento interrumpiendo su crisis nerviosa -no hace falta que utilices el discurso adulador de las víctimas antes de morir, te aseguro que eso incrementa más las ganas de asesino -le digo mientras doy un vistazo por el pasillo
»Ya anda adentro -le ordeno con cara de pocos amigos -¡Ah!- la detengo antes de cruzar el umbral de la puerta- y al patrocinador que se te acerque para preguntar el por qué no se le avisó de la gira por Japón, me lo envías a mí, estaré en el lobby- y sin más, dejo al pobre conejillo respirar, y bajo las escaleras riendo por mis adentros.
Al llegar al lobby, me encuentro con Kenia que me hace señas para que me acerque a la persona con la que está hablando.
-Señor Yılmaz -le habla al señor que tiene al frente -le presento a mi hermana Nadia Özdemir, que como sabe, es la directora de Las Hadas
-Y fundadora -interrumpo sonriendo y estrechando la mano del saco de arrugas que tengo enfrente que me mira con unos ojos de salamandra asquerosos.
«Ya me dieron ganas de vomitar»
-Mucho gusto en conocerlo señor Yılmaz -digo aguantando las arcadas que me produce este señor
-El placer es todo mío, señorita -me responde con esa voz característica de un viejo con el féretro pago.