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EL SECRETO DE TU SONRISA

EL SECRETO DE TU SONRISA

Yulieth Vargas

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Capítulo

Aitor, un hombre de 25 años, con una novia, con quien lleva 3 años de relación, conoce una joven de 17 años con quien se hace un amigo incondicional, cuando estaba dispuesto a comprometerse con su novia, descubre que lo engaña y comienza una extraña relación de amistad con aquella joven; no estaba acostumbrado a amigas mujeres sin sexo, pero con esta joven aprende que es posible una relación de amistad entre un hombre y una mujer; sin embargo, sin darse cuenta se empieza a enamorar de su joven amiga.

Capítulo 1 1. LA LLEGADA

Se escuchó entre los empleados del hotel y el club “El Fénix Dorado” que estos habían sido comprados por un grupo de jóvenes socios, el temor en ellos aumentaba porque al parecer el socio mayoritario tenía fama de ser temperamental, egocéntrico, agresivo y mal jefe; todos confirmaron dicha información, cuando la primera orden fue cambiar absolutamente todo el personal; sin embargo, todos los empleados recibieron una buena suma de dinero por su liquidación y fueron indemnizados por aquel despido.

El hotel estaba muy cerca al club, en una concurrida calle de Francia, los nuevos dueños no fueron conocidos por los antiguos empleados ya que todos fueron retirados por el contador de confianza, quien se encargó de hacer lo propio y dar a cada uno cartas de recomendación firmadas por el socio mayoritario y quien sería el representante legal y estaría en cabeza de las decisiones que allí se tomaran.

La selección de personal estuvo a cargo de uno de los socios que era abogado y se encargaba de los antecedentes e investigaciones de los nuevos empleados, no querían problemas legales. Cuando el bar y el hotel empezaron a funcionar bajo la nueva administración, los nuevos empleados desconocían a sus jefes, por lo que el trato hacia cada uno de los clientes y huéspedes debía ser extremadamente amable, aquellos despidos masivos con el ingreso de la nueva administración los aterraba y la fama que tenían los nuevos jefes de ser extremadamente temperamentales, agresivos, egocéntricos y muchas más cosas que les infundían temor a los empleados.

El último piso de aquel hotel contaba con las tres habitaciones exclusivas para los socios o quienes ellos autorizaran, el piso tenia acceso por la parte lateral del hotel con portería y un ascensor de uso exclusivo de ellos que se activaba con una tarjeta inteligente, código o huella, aquellas habitaciones eran usadas solamente cuando querían esconderse de alguien, huir de la rutina o simplemente tener sus aventuras sexuales.

A sus 25 años de edad, Aitor Mendoza Vargas, era psicólogo de profesión, pero como socio mayoritario, había asumido el reto de encargarse de la administración del club y el hotel “el Fénix Dorado”, ayudaba a su padre en su empresa de Proyectos Arquitectónicos y en algunas ocasiones ejercía su profesión como psicólogo en la clínica de ayuda y apoyo psicológica de su madre; Rui Smith Dumas y Charlie Cox Duncan, amigos incondicionales, apoyarían a su socio y amigo con los negocios, Charlie era abogado y por su profesión, debía moverse entre todos los negocios de su amigo y de los cuales era socio, se hacía cargo de todas las legalidades y por su parte, Rui trabajaba como médico, en la clínica de su padre, lo que permitía tener tiempo libre para compartir con sus amigos diversión y trabajo; los tres han sido amigos desde la escuela, se conocen perfectamente y confían plenamente de las decisiones que se deban tomar.

Después de un mes de apertura del Club y del Hotel bajo la nueva administración, dudando que el administrador de aquel lugar estaba haciendo un buen trabajo, Aitor llego por primera vez al club, llego temprano y aún no había público que atender, podía ver a los empleados completamente activos preparando todo para la apertura, él se quedó de pie junto a la barra observando – vamos príncipe, no te quedes ahí, ayúdame con ésta mesa – escuchó una voz detrás de él, una pequeña joven con cabello liso aparentemente rubio teñido hasta los hombros, dos mechones rojos caían hacia su rostro, un rostro hermoso maquillado para parecer mayor, intentaba levantar una pequeña mesa, al ver que Aitor se giró a verla ella sonrió y le guiño un ojo, Aitor tomó uno de los extremos de la mesa y la ayudó a moverla. – Yaiza - dijo aquella joven extendiendo la mano para presentarse – Aitor – respondió él recibiendo la mano. – ten cuidado, la gente es envidiosa y si te ven aquí sin hacer nada seguro le dirán al jefe. – lo dijo acercándose un poco a él para que no escuchara nadie más y camino a traer algunas sillas para poner en aquella mesa, Aitor la siguió con la mirada y se quedó de nuevo en la barra, detalló aquella joven que llevaba una blusa de tiras negra ajustada a su delgado y bien formado cuerpo, y una falda de jean un poco mas debajo de sus glúteos, unas medias de cuadros de colores, un poco más arriba de sus tobillos y unos tenis negros aparentemente cómodos, Aitor se giró hacia la barra quedando de espaldas al salón que estaban organizando – debes ser de seguridad – escuchó él susurrar en su oído, haciéndolo estremecer – ohhh... Lo siento príncipe, no sabía que eras tan sensible. – dijo ella sonriendo, Aitor se volteó de inmediato a verla. – debes ser de la seguridad interna del club, porque los de seguridad nunca ayudan a los que atendemos, ustedes son como seres superiores o algo así – continuó ella caminando de nuevo hacia el salón.

Aitor pudo notar que aquella joven nunca habló con ninguno de sus compañeros de trabajo mientras estaba con la organización del lugar, excepto para recibir indicaciones o dar opiniones; cuando llegaron los de seguridad efectivamente nunca hablaron con ninguno de los jóvenes que se encontraban dentro del lugar preparando todo. La joven salió de un momento a otro del salón y cuando la vio de nuevo estaba con un trapero secando aparentemente agua que se habría derramado, al parecer era una chica pro-activa, cuando levantó la mirada descubrió a Aitor mirándola y le guiño el ojo con una tierna sonrisa y salió de nuevo del salón a regresar aquel trapero a su lugar.

Cuando todo estaba listo, todos los empleados se sentaron en un lugar vacío al fondo del salón, pero aquella pequeña joven no estaba con ellos, él la buscó con la mirada – que no vaya a estar metiendo droga aquí – se dijo para si y se puso de pie para buscarla, la pudo ver sentada en una esquina del fondo del salón donde daba poca luz, tenía las piernas cruzadas y llevaba audífonos, aparentemente escuchaba música de su celular, logró verlo y le hizo señas enérgicamente con la mano indicándole que se sentara junto a ella, él le señaló la barra y regresó allí, al instante llegó ella y se sentó junto a él. – ¿dónde te toca príncipe? – preguntó ella, él la miró sin entender la pregunta – aquí – respondió él, - te toca dentro, genial, podremos vernos seguido – dijo ella sonriendo sin parecer coqueta. Sus pies no alcanzaban el suelo y no dejaba de moverlos. – no hablas mucho ¿verdad? – preguntó ella – tú no hablas con tus compañeros – respondió él – no, no confío en ellos. – respondió al comentario levantando la mirada hacia el grupo de jóvenes sentados. – ¿porque hablas conmigo? – preguntó Aitor - porqué me inspiras confianza, - respondió ella con una sonrisa de lado. – gracias y ¿porque confías en mí? —interrogo de nuevo él sacando un cigarrillo - ¿fumas? – preguntó ella levantándose de un salto de la silla de la barra y con un gesto de decepción - ¿eres alérgica a la nicotina? – preguntó Aitor antes que se alejara. – no, soy alérgica a los girasoles y al ajonjolí, pero no me gusta el olor a cigarrillo. – respondió ella y se alejó al parecer de nuevo para el rincón del que había salido, él miro su cigarrillo como agradeciendo que la hubiera alejado, lo encendió y lo miró de nuevo, cuando estaba nervioso generalmente el cigarrillo lo ayudaba a calmar sus nervios.

Yaiza Villarreal tenía 17 años, trabajaba medio tiempo en una cafetería, el trabajo del club llegó gracias a la influencia de un conocido suyo. Ella vivía con su abuela después de haber perdido a su madre al nacer y desconocía quien era su padre, por lo que trabajaba para ayudar a su abuela, para su estudio ya que estudiaba los sábados en la mañana sistemas en un instituto; era una joven blanca, delgada, de ojos verdes, su cabello natural era castaño, pero siempre usaba colores temporales en él y no importaban las adversidades, siempre mantenía una sonrisa.

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