Maldición de un Amor Traicionado

Maldición de un Amor Traicionado

Gavin

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Capítulo

El teléfono sonó, un grito estridente que rompió la paz en el pequeño salón. "Hablo del Hospital General, ¿usted es Ricardo, el padre de Miguel?". Mi corazón se detuvo. Mi hijo, mi Miguel, había sufrido un accidente grave. Mientras la desesperación me carcomía, intentaba localizar a Sofía, mi esposa, el eco vacío del teléfono resonaba en la casa. "¿Qué quieres, Ricardo? Estoy ocupada". Su voz, llena de fastidio, se clavó en mí cuando le informé que nuestro hijo estaba en el hospital. "Termino aquí y voy para allá", dijo, como si lo nuestro fuese una molestia menor. En ese instante, algo dentro de mí se hizo añicos para siempre. Cuando llegué, me confirmaron que Miguel había muerto al instante. Entonces la vi, Sofía, reluciente y festiva, entrando al hospital como si saliera de una pasarela. "¡Tú!", grité, el dolor convertido en veneno. "¡Estabas bebiendo y riendo mientras Miguel se moría en la calle!". Y en medio de mi agonía, la escuché, susurrando por teléfono: "Todo está bajo control. Ricardo no sospecha nada. Sí, todo el dinero... era para pagar la colegiatura de Santiago". El mundo se paralizó, se retorció. No solo la traición era profunda, sino el macabro intercambio: la vida de mi hijo por la de otro, su sudor y mi esfuerzo, sacrificados por una mentira. Mi Miguel, mi sueño, reducido a cenizas, ¿cómo podía existir tal injusticia? Ahora sé que tengo que entender cómo pudo pasar. Qué secreto tan oscuro pudo llevar a esto. No me rendiré hasta que la verdad, toda ella, salga a la luz. Y Sofía, ella pagará por cada lágrima de mi hijo.

Introducción

El teléfono sonó, un grito estridente que rompió la paz en el pequeño salón.

"Hablo del Hospital General, ¿usted es Ricardo, el padre de Miguel?".

Mi corazón se detuvo. Mi hijo, mi Miguel, había sufrido un accidente grave.

Mientras la desesperación me carcomía, intentaba localizar a Sofía, mi esposa, el eco vacío del teléfono resonaba en la casa.

"¿Qué quieres, Ricardo? Estoy ocupada".

Su voz, llena de fastidio, se clavó en mí cuando le informé que nuestro hijo estaba en el hospital.

"Termino aquí y voy para allá", dijo, como si lo nuestro fuese una molestia menor.

En ese instante, algo dentro de mí se hizo añicos para siempre.

Cuando llegué, me confirmaron que Miguel había muerto al instante.

Entonces la vi, Sofía, reluciente y festiva, entrando al hospital como si saliera de una pasarela.

"¡Tú!", grité, el dolor convertido en veneno. "¡Estabas bebiendo y riendo mientras Miguel se moría en la calle!".

Y en medio de mi agonía, la escuché, susurrando por teléfono: "Todo está bajo control. Ricardo no sospecha nada. Sí, todo el dinero... era para pagar la colegiatura de Santiago".

El mundo se paralizó, se retorció.

No solo la traición era profunda, sino el macabro intercambio: la vida de mi hijo por la de otro, su sudor y mi esfuerzo, sacrificados por una mentira.

Mi Miguel, mi sueño, reducido a cenizas, ¿cómo podía existir tal injusticia?

Ahora sé que tengo que entender cómo pudo pasar.

Qué secreto tan oscuro pudo llevar a esto.

No me rendiré hasta que la verdad, toda ella, salga a la luz.

Y Sofía, ella pagará por cada lágrima de mi hijo.

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Isabella "Isa" Montes, una talentosa cocinera de origen humilde en Medellín, creyó haber encontrado el amor perfecto junto a Mateo Velarde, el apuesto heredero de una de las familias más influyentes de Bogotá. Tras un noviazgo intenso que superó barreras sociales, se casaron y se sumergieron en una vida de ensueño y comodidades, donde cada detalle parecía confirmar un amor idílico. Pero la burbuja se reventó brutalmente: Isa descubrió que Mateo mantenía una doble vida con su exnovia, Carolina Sáenz, con quien tenía dos hijos gemelos. Peor aún, él financiaba secretamente a esta otra familia, transformando su supuesta historia de amor en una farsa calculada. La devastadora revelación no solo le causó un aborto espontáneo sino que desató una campaña de humillación sin fin por parte de Carolina, quien la acosaba con videos íntimos de Mateo, mostrando impúdicamente su doblez. Cada regalo, cada promesa de amor, cada lugar especial compartido con Mateo, era profanado, replicado cínicamente con su "otra" familia. Las frías miradas de la alta sociedad y el silencio cómplice de la familia Velarde solo acrecentaban el tormento, mientras Mateo seguía actuando como si nada ocurriera. ¿Cómo podía alguien, a quien amó tan profundamente, ser capaz de una traición tan vil y sistemática? La mezcla de dolor, asco y una desesperación helada se instaló en su pecho, ahogando su respiración. Un vacío insuperable la consumía, dejando solo la cruda certeza de una mentira insostenible. En el abismo de esta traición, y con la inminente llegada de un hijo que la ataría aún más a la mentira, Isa vislumbró su única salida: fingir su muerte. Un trágico accidente aéreo en el Caribe sería su billete de escape, la única forma de recuperar su vida y romper para siempre con la asfixiante obsesión de Mateo. "El plan sigue en pie, necesito salir de aquí", sentenció con voz firme.

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