El aroma a mole madre llenaba "Alma Cocina", un perfume de éxito y tradición que, para mí, Miguel Ángel Varela, se había vuelto rancio. Observaba a Sofía, mi esposa, reír a carcajadas con Ricardo, su socio, mientras su mano descansaba cómodamente en su brazo. Esa admiración, que antes fue mía, ahora me producía un dolor físico que nadie más parecía notar. Creía que éramos la pareja perfecta, el genio culinario y la brillante empresaria inmobiliaria, pero todo era una mentira devastadora. La verdad golpeó como un mazazo cuando vi el video: Ricardo besándola, una intimidad tan familiar que me destrozó el alma. Pero la traición máxima llegó después: "Seremos padres", susurraba Sofía al teléfono, hablando de un hijo que no era mío. En ese instante, mi amor por ella se convirtió en cenizas heladas, y en su lugar, nació un plan oscuro y vengativo. No podía simplemente dejarlos; necesitaban sentir el peso de lo que habían hecho, de la vida que habían destruido. ¿Cómo iba a hacer que pagaran por cada mentira, por cada puñalada a mi corazón? Mañana, todo terminaría; Miguel Ángel Varela se desvanecería, y ellos, Sofía y Ricardo, cargarían con las ruinas de su engaño.
El aroma a mole madre llenaba "Alma Cocina", un perfume de éxito y tradición que, para mí, Miguel Ángel Varela, se había vuelto rancio.
Observaba a Sofía, mi esposa, reír a carcajadas con Ricardo, su socio, mientras su mano descansaba cómodamente en su brazo.
Esa admiración, que antes fue mía, ahora me producía un dolor físico que nadie más parecía notar.
Creía que éramos la pareja perfecta, el genio culinario y la brillante empresaria inmobiliaria, pero todo era una mentira devastadora.
La verdad golpeó como un mazazo cuando vi el video: Ricardo besándola, una intimidad tan familiar que me destrozó el alma.
Pero la traición máxima llegó después: "Seremos padres", susurraba Sofía al teléfono, hablando de un hijo que no era mío.
En ese instante, mi amor por ella se convirtió en cenizas heladas, y en su lugar, nació un plan oscuro y vengativo.
No podía simplemente dejarlos; necesitaban sentir el peso de lo que habían hecho, de la vida que habían destruido.
¿Cómo iba a hacer que pagaran por cada mentira, por cada puñalada a mi corazón?
Mañana, todo terminaría; Miguel Ángel Varela se desvanecería, y ellos, Sofía y Ricardo, cargarían con las ruinas de su engaño.
Otros libros de Gavin
Ver más