Venganza Cruel a mi Mujer

Venganza Cruel a mi Mujer

Gavin

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Capítulo

El aire en el despacho de mi padre, impregnado del aroma a café viejo y papel, me recordaba una vida dedicada a desenterrar verdades, esas mismas verdades que, ahora lo sé, lo llevaron a su muerte. Sentado en su silla gastada, no pude evitar ver la fotografía sobre su escritorio: "El Guardián Silencioso" , una figura prehispánica que él mismo había marcado como la causa de su fin. La policía lo llamó un robo fallido. Yo sabía que era Alejandro Vargas, el coleccionista de arte al que mi padre investigaba, el principal sospechoso de su asesinato. Laura, mi esposa, entró al despacho, su reflejo en la ventana más importante que mi dolor, y con voz vacía me anunció que Vargas me había invitado a la vista previa de su nueva colección. Al enterarme, la rabia me consumió, acusándola de cómplice, y ella, con un desprecio escalofriante, me advirtió: "Tu padre era un idiota entrometido que consiguió lo que se merecía. Y si no dejas esto en paz, lo próximo que le pasará a tu querida hermanita Sofía hará que lo de tu padre parezca un accidente de tráfico" . ¿Cómo pudo una mujer que juró amarme pronunciar tales palabras, cómo pudo mi familia desmoronarse tan rápido? Esa noche, arrastrado y humillado de la galería de Vargas, recibí la llamada que destrozó mi mundo: Sofía, mi hermana, muerta. No fue un accidente. Fue Laura. Entonces supe que no buscaría justicia, sino venganza.

Introducción

El aire en el despacho de mi padre, impregnado del aroma a café viejo y papel, me recordaba una vida dedicada a desenterrar verdades, esas mismas verdades que, ahora lo sé, lo llevaron a su muerte.

Sentado en su silla gastada, no pude evitar ver la fotografía sobre su escritorio: "El Guardián Silencioso" , una figura prehispánica que él mismo había marcado como la causa de su fin. La policía lo llamó un robo fallido. Yo sabía que era Alejandro Vargas, el coleccionista de arte al que mi padre investigaba, el principal sospechoso de su asesinato.

Laura, mi esposa, entró al despacho, su reflejo en la ventana más importante que mi dolor, y con voz vacía me anunció que Vargas me había invitado a la vista previa de su nueva colección. Al enterarme, la rabia me consumió, acusándola de cómplice, y ella, con un desprecio escalofriante, me advirtió: "Tu padre era un idiota entrometido que consiguió lo que se merecía. Y si no dejas esto en paz, lo próximo que le pasará a tu querida hermanita Sofía hará que lo de tu padre parezca un accidente de tráfico" .

¿Cómo pudo una mujer que juró amarme pronunciar tales palabras, cómo pudo mi familia desmoronarse tan rápido?

Esa noche, arrastrado y humillado de la galería de Vargas, recibí la llamada que destrozó mi mundo: Sofía, mi hermana, muerta. No fue un accidente. Fue Laura. Entonces supe que no buscaría justicia, sino venganza.

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5.0

Mi esposo, Mateo Vargas, me ha pedido el divorcio siete veces. Cada vez, la misma excusa: "Valentina ha regresado a México y la necesito" . Y cada vez, yo, Sofía Romero, su "esposa" que él desechaba como un pañuelo usado, firmaba los papeles. Siete humillaciones públicas, siete rondas de susurros a mis espaldas, siete colecciones de actas de divorcio que ya parecían cromos. Sacrifiqué mi carrera como diseñadora, mis sueños, mi dignidad, todo por ser la esposa perfecta que él nunca valoró. Pero esta octava vez, mientras él me sonreía perezosamente y prometía regresar en tres meses para volver a casarse, algo cambió dentro de mí. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Tan desesperada por una migaja de su amor que no veía la toxicidad? La risa que solté fue amarga, sin alegría, como la historia de mi vida con él. "No te preocupes", le dije, mi voz con un filo helado que nunca antes había usado. "Esta vez, haré las cosas diferente yo también." No hubo lágrimas, no hubo gritos, solo una calma aterradora que lo descolocó por completo. "Cuando vuelvas, ya no estaré." Se que se siente aliviado, pensando que no habrá drama esta vez. Pero lo que no sabe es que esta vez, el juego ha cambiado. Porque en mi mente, un plan completamente diferente ya estaba en marcha, uno que no incluía ninguna boda, ninguna reconciliación. Uno que no lo incluía a él. Y esta vez, Sofía Romero no solo se irá, se levantará, se transformará. La venganza es un plato que se sirve frío, y yo sé esperar.

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