Los Demonios Adoptivos

Los Demonios Adoptivos

Gavin

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Capítulo

El fuego me consumía, pero el verdadero infierno era el odio de la multitud. Atada junto a mi esposo, Ricardo, escuchaba los gritos de "¡Bruja! ¡Monstruos!", mientras el olor de nuestra carne quemada inundaba el aire. En mis últimos alientos, no sentí las llamas, sino la helada traición de Camila y Renata, las hijas que rescatamos de un orfanato, a quienes dimos todo. Ellas nos habían pagado orquestando nuestra ruina, acusando a Ricardo, estéril, de embarazarlas. Observé cómo el jurado de la turba dictó su sentencia con gasolina y fósforo, y morí con una sola pregunta que me desgarraba: ¿Por qué? Y entonces, desperté. El sol entraba por la ventana, mis pies descalzos sobre el frío suelo sabían a renacimiento. No fue un sueño, era una segunda oportunidad. El calendario marcaba el 15 de agosto, el día de la cita médica que lo cambiaría todo, el inicio de su mentira. Sabía que nos acusarían de nuevo, que la prensa nos devoraría y la turba nos condenaría. Esta vez, no permitiría que destruyeran a Ricardo, ni que nos arrastraran al infierno de nuevo. Conocía cada uno de sus movimientos, cada una de sus mentiras. Ya no era la ingenua Sofía, la que solo tenía sentimientos. Esta vez, estaría preparada.

Introducción

El fuego me consumía, pero el verdadero infierno era el odio de la multitud.

Atada junto a mi esposo, Ricardo, escuchaba los gritos de "¡Bruja! ¡Monstruos!", mientras el olor de nuestra carne quemada inundaba el aire.

En mis últimos alientos, no sentí las llamas, sino la helada traición de Camila y Renata, las hijas que rescatamos de un orfanato, a quienes dimos todo.

Ellas nos habían pagado orquestando nuestra ruina, acusando a Ricardo, estéril, de embarazarlas.

Observé cómo el jurado de la turba dictó su sentencia con gasolina y fósforo, y morí con una sola pregunta que me desgarraba: ¿Por qué?

Y entonces, desperté.

El sol entraba por la ventana, mis pies descalzos sobre el frío suelo sabían a renacimiento.

No fue un sueño, era una segunda oportunidad.

El calendario marcaba el 15 de agosto, el día de la cita médica que lo cambiaría todo, el inicio de su mentira.

Sabía que nos acusarían de nuevo, que la prensa nos devoraría y la turba nos condenaría.

Esta vez, no permitiría que destruyeran a Ricardo, ni que nos arrastraran al infierno de nuevo.

Conocía cada uno de sus movimientos, cada una de sus mentiras.

Ya no era la ingenua Sofía, la que solo tenía sentimientos.

Esta vez, estaría preparada.

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